Miriam Gómez Sanz
Sociedad
La soledad, un factor de riesgo clave en el desarrollo de la demencia
CEAFA reclama políticas contra el aislamiento social en mayores

La soledad y el aislamiento social tienen un gran impacto en el inicio y desarrollo de la demencia, hasta el punto de situarse al mismo nivel de riesgo que factores como la hipertensión o la inactividad física. Esta fue una de las principales conclusiones del último Encuentro con Expertos organizado por la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias (CEAFA).
El seminario estuvo impartido por la doctora Belén González Glaría, geriatra del Hospital Universitario de Navarra, miembro del grupo de demencias de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y coordinadora del grupo de demencias de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología. La especialista destacó que “la demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Los estilos de vida, y en especial el contacto social, pueden modular el riesgo de desarrollarla o retrasar su aparición”
Una "epidemia silenciosa"
Durante la ponencia se abordó el aumento de los hogares unipersonales en España, que ya representan el 28% del total, con 5,4 millones de personas. La soledad no deseada, especialmente prevalente entre mujeres mayores de 65 años, se ha convertido en una epidemia global que afecta a personas de todas las edades, géneros y niveles socioeconómicos.
Este aislamiento se asocia con un mayor riesgo de desarrollar demencia, depresión, enfermedades cardiovasculares y con una menor esperanza de vida. Su impacto económico también es significativo, con un coste estimado de más de 14.000 millones de euros en 2021.

El valor del contacto social
El seminario destacó la importancia de la participación en actividades sociales, el mantenimiento de relaciones significativas y el sentido de pertenencia como herramientas para prevenir o retrasar el inicio de la demencia. Sin embargo, aún son necesarias más investigaciones concluyentes sobre el efecto directo de las intervenciones sociales.
La doctora González Glaría también puso el foco en la soledad de los cuidadores, como un problema que requiere atención y recursos específicos. La ponente insistió en que la lucha contra la soledad no deseada debe ser una responsabilidad compartida entre individuos, familias, profesionales sociosanitarios y administraciones públicas.
La experta reclamó políticas integrales que promuevan el contacto social, apoyen proyectos comunitarios y sensibilicen a la población sobre el impacto de la soledad en la salud pública. El bienestar de las personas con demencia debe estar garantizado, “independientemente de su situación cognitiva o funcional. Cubrir sus necesidades básicas, incluido el no sentirse solas, es un compromiso colectivo”, concluyó.