"La mala imagen que tiene el azúcar de toda la vida se debe, principalmente, a la desinformación". Así de rotunda se muestra Carmen Gómez Candela, jefa de sección de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital Universitario La Paz. A juicio de esta especialista, la sacarosa, por sí misma, no engorda en mayor medida que otro alimento.
Así pues, lo que hace que estemos obesos es el hecho de que no haya una relación entre la comida que ingerimos y el ejercicio que hagamos. En este sentido, defiende, "el azúcar no es un enemigo e, incluso, puede ser un aliado de un estilo de vida saludable, que mezcle dieta coherente y actividad física". Por tanto, no debemos desterrarlo de golpe y porrazo de nuestra vida ya que no solo nos endulza un poco, sino que nos aporta esa dosis de energía necesaria para afrontar el día a día. Eso sí, hay que consumirlo con moderación.
Pero ¿sabemos de dónde proviene el azúcar y cómo es el procedimiento para obtenerlo hasta que llega a nuestra despensa?
Las primeras noticias que tenemos de este ingrediente nos llevan 5.000 años atrás, cuando ya en los países africanos se extraía de la caña de azúcar. Posteriormente, gracias a los árabes, el azúcar llegó a España. Un azúcar que se obtiene de dos plantas: la caña y la raíz de la remolacha. En el caso de nuestro país, este último es el cultivo mayoritario debido a las condiciones climatológicas que tenemos. Mientras que la planta de la caña se da más frecuentemente en terrenos y temperaturas tropicales.
Hasta llegar a nuestra mesa para endulzarnos el café de las mañanas, el azúcar pasa por toda una serie de pasos previos. En este caso os contamos cómo es el proceso de fabricación tomando como base la remolacha: