Envejecimiento y diabetes, estrechamente relacionados
Los expertos destacan esta asociación, que está elevando los casos, y dan las claves para frenarla
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Envejecer trae muchas cosas buenas de la mano: sabiduría, una mayor regulación de las emociones y una actitud positiva, más paciencia y resilencia, entre otras muchas. Sin embargo, el envejecimiento también viene acompañado de cambios físicos a los que debemos adaptarnos con el paso de los años. Cuando se vive con diabetes, los cambios en la memoria, la visión o la movilidad, y los cambios en el estilo de vida pueden afectar la forma en que se experimenta la enfermedad. Pero también la enfermedad afecta al envejecimiento.
"Si bien el manejo del envejecimiento y la diabetes presenta desafíos, priorizar la salud puede ayudar a crear una base sólida para vivir bien en edades avanzadas. Aprender más sobre la relación entre la edad y la diabetes puede ayudarle a prepararse para cuidar su salud como adulto mayor y a tomar decisiones proactivas hoy que impacten positivamente su bienestar futuro. También es importante conocer los factores relacionados con la edad que afectan la diabetes para que pueda tener conversaciones productivas con su equipo de atención médica en los años venideros y continuar cuidándose durante esta nueva etapa de la vida", se documenta en Dexcom.
Diabetes tipo 2 y edad
La diabetes tipo 2 y la edad están estrechamente relacionadas. El riesgo de padecer prediabetes o diabetes tipo 2 (DM2) aumenta después de los 35 años. Diabetes Canadá recomienda que todas las personas mayores de 40 años se hagan la prueba de DM2 cada tres años. A diferencia de la diabetes tipo 1, la DM2 puede desarrollarse durante un largo período de tiempo a medida que el cuerpo se vuelve menos sensible a la insulina, lo que permite que nuestras células utilicen la glucosa como combustible, y el páncreas deja de producir suficiente insulina para satisfacer las necesidades energéticas del cuerpo.
De hecho la realidad es una y no se puede mirar ya más para otro lado. A medida que la población mundial envejece, la prevalencia de la diabetes en los adultos mayores se está convirtiendo en un importante problema de salud pública. Basta con hacer 'recuento' de las cifras. La mitad de los españoles con la enfermedad tienen más de 65 años. Este es uno de los datos extraídos del estudio Di@bet.es, de la Sociedad Española de Diabtes (SED), en el que también se expone que su prevalencia entre la población mayor de 75 se acerca al 30% y ‘suma’ hasta un 40% entre los que superan los 85 años. Estas cifras ponen de manifiesto que la prevalencia de la diabetes tipo 2 aumenta con la edad, documenta la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. (SEGG).
La regla de oro: cuídate+
Pero la enfermedad no se muestra igual en todos los sectores de la población. En los mayores cobra 'muchos rostros' aunque este 14 de noviembre, en la celebración de su Día Mundial, se retoma el mensaje optimista y realista que puede 'doblegarla'. ¿Cómo? Con la 'regla de oro': cuidarse. Lucía Fuentes Real, en su testimonio de la Asociación de Diabetes Madrid, nos lo recuerda: "Aceptar realmente mi diabetes me ha ayudado a mirarlo desde otra perspectiva y a no frustrarme tanto. Hay días malos, y a veces no es culpa nuestra, pero sí lo es, intento aprender de ellos. También he aprendido que la diabetes es parte de mí y no considerarlo como algo malo, no tengo por qué ocultarlo o sentirme mal si en algún momento necesito algo que los demás no necesitan”.
Y subraya: “Me gustaría compartir una anécdota. Una vez enseñé a mis alumnos dos libros iguales, solo que uno estaba nuevo y el otro viejo y un poquito roto. Les pregunté qué libro les gustaba más para leer y me dijeron que daba igual, que la historia era la misma y los dibujos también, solo que lo tenían que leer con más cuidado. Yo les dije que las personas éramos lo mismo, algunas teníamos algún problema pero éramos igual de valiosas y de válidas, solo que teníamos que cuidarnos un poquito más".

Dra. Gema Somoza.
La Dra. Gema Somoza, del Servicio de Geriatría del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, nos ayuda a entender la posición actual de la enfermedad en la población mayor: "El aumento de la diabetes en personas mayores se debe a varios factores que se combinan con el envejecimiento. Con los años, los tejidos se vuelven menos sensibles a la insulina, especialmente por la pérdida de masa muscular y el aumento de grasa abdominal. Además, el páncreas reduce su capacidad de respuesta: las células beta, que producen insulina, pierden eficacia y número, lo que limita la respuesta frente a niveles elevados de glucosa. Si a esto añadimos el sedentarismo, la comorbilidad y el uso de algunos medicamentos, el riesgo se incrementa", declara.
Nuevos impulsadores de la enfermedad
De esos factores que están detrás del aumento de casos también nos habla la Dra. Ana María Cebrián Cuenca, médico de familia en el Centro de Salud del Casco de Cartagena (Murcia), vicesecretaria de la Sociedad Española de Diabetes y Académica de la Real Academia de Medicina de Murcia, que añade otros factores que hacen de la diabetes un diagnostico cada vez más frecuente en mayores. "Mejor supervivencia y mejor diagnóstico: las personas con diabetes viven más años y detectamos más casos tardíos, así que se acumulan sobre todo en edades avanzadas. A esto se suman determinantes sociales (soledad, pobreza energética/alimentaria) que dificultan un estilo de vida saludable en muchos mayores", apunta.
Síntomas enmascarados
Como en todas las edades y como en todas las enfermedades sabemos que la detección precoz es una prioridad que ‘guía’ en el proceso de implementar un tratamiento individualizado temprano y evitar las posibles complicaciones a corto, medio y largo plazo. Pero muchos síntomas que podrían cumplir este objetivo y hacer visible la enfermedad, no dan la cara o se ‘disfrazan’, y en la consulta al médico se pierden.
“Los signos clásicos (mucha sed, orinar con frecuencia, pérdida de peso, cansancio, infecciones urinarias o de piel) pueden aparecer, pero en el adulto mayor muchas veces son más sutiles o se confunden con ’cosas de la edad’, como caídas, empeoramiento de la vista, más somnolencia, incontinencia, confusión, falta de energía. En no pocas ocasiones descubrimos la diabetes tras un ictus, un infarto, una infección o un deterioro cognitivo”, documenta la experta de la SED. Y se suma a todo ello que, con frecuencia, predominan en los afectados manifestaciones inespecíficas, como fatigabilidad, somnolencia, infecciones urinarias o cutáneas de repetición, retraso en la cicatrización de heridas o deterioro cognitivo agudo o progresivo, más desconocidas para la mayoría.
Banderas rojas
Pero existen ‘banderas rojas’ de la diabetes para los mayores. Si se percibe cualquier deterioro funcional o cognitivo sin causa aparente, este cobra vital importancia: "La posible sospecha de alteraciones en el metabolismo de la glucosa y realizar un cribado oportuno, cosa que no sucede en gente más joven, ya que la detección precoz y el manejo adecuado reducen significativamente el riesgo de complicaciones típicas de la enfermedad”, recomienda la Dra. Gregorio Marañón.
Los especialistas saben que en el adulto mayor, la diabetes suele ser tipo 2 y se caracteriza por una instauración más lenta y con síntomas menos evidentes. Además, el afectado presenta con frecuencia otras patologías crónicas, fragilidad o deterioro cognitivo, lo que complica el control metabólico y aumenta el riesgo de hipoglucemias. En cambio, en el adulto joven, la diabetes suele diagnosticarse antes y los síntomas son más claros”.
Las diferencias, por tanto, entre un sector de la población y otro son claras. “En la persona mayor hay más comorbilidades (cardiopatía, insuficiencia renal, fragilidad, polifarmacia), más riesgo de hipoglucemias y más variabilidad en situación funcional y cognitiva. Por eso individualizamos mucho más las metas de control: no es lo mismo una persona de 70 años activa e independiente que alguien de 85 con demencia y dependencia. En jóvenes solemos ser más exigentes con el control glucémico; en mayores priorizamos seguridad, calidad de vida y evitar hipoglucemias”, aclara la experta de Murcia,
¿El 'nuevo despistaje': más allá de la glucosa?
Pero a todas las edades, los especialistas deben atender la patología siempre teniendo en cuenta, además de la parte clínica o puramente biológica, aspectos psicológicos, emocionales y sociales. Esa es una de las reclamaciones que se han producido durante la jornada divulgativa que han celebrado en Córdoba la Fundación de la Sociedad Española de Diabetes (FSED) y la Federación Española de Diabetes (FEDE) con motivo del Día Mundial de la Enfermedad.
Normalmente, en la consulta médica no se valora emocionalmente a la persona con diabetes, a pesar de que puede tener importantes repercusiones en el éxito/fracaso del abordaje de la patología y sus complicaciones
"Los requerimientos de automanejo en las personas con diabetes y sus familias son muy elevados, influyendo directamente en su salud emocional y calidad de vida. Por eso, y aunque la diabetes suele asumirse generalmente como una patología médica, puramente biológica, “es el ejemplo claro de cómo debe entenderse una patología desde el punto de vista bio-psico-social”, declara Francisco Javier Hurtado Núñez, del Centro de Especialidades Psicológicas (Sevilla), quien considera que “la diabetes debe ser afrontada teniendo en cuenta siempre, además de la parte clínica o biológica, aspectos psicológicos, emocionales y sociales".
La vertiente emocional de la diabetes es, por lo tanto, un tema que ocupa y preocupa a los afectados y a los profesionales sanitarios; sin embargo, es uno de los muchos efectos de esta patología que aún se infraestiman o, simplemente, se obvian. En diabetes, desde hace unos años, el tiempo en rango (TIR) es un concepto básico para entender el manejo de la glucemia. Cuanto mayor tiempo en rango de la glucemia, mejor para la persona y la prevención de complicaciones a largo plazo. Partiendo de este hecho, el especialista subraya en este foro que "valorar sólo el TIR glucémico no es suficiente para saber si una persona tiene calidad de vida en su día a día". Tal y como aconseja, "tenemos que asegurarnos que en consulta se haga un seguimiento del TIR glucémico, pero también del TIR-Emocional".
La esfera emocional
Y es que, generalmente, la esfera emocional de la persona con diabetes pasa desapercibida en consulta. "Aunque siempre hay excepciones, normalmente con el poco tiempo que se tiene en consulta casi el 100% del mismo se usa para la evaluación clínica, revisión de analíticas, etc. Y, por lo tanto, en la consulta no se valora emocionalmente a la persona con diabetes, de forma que se pierde la visión global del paciente, y posiblemente desconocemos factores que están influyendo en su mejor o peor nivel de resultados clínicos", admite.
Aunque son muchas las posibles implicaciones emocionales de la diabetes, se resalta sobre todo que tener esta patología aumenta notablemente la posibilidad de presentar depresión, ansiedad, problemas del suelo, distrés o, incluso, trastornos de la conducta alimentaria. A ello contribuyen, entre otros factores, la exigencia diaria, la atención constante, la preocupación y/o el cansancio que supone convivir con una condición crónica.
Para hacer frente a este problema, la solución ideal pasa por “incluir al psicólogo en el equipo multidisciplinar de atención a las personas y familias con diabetes”, recomienda Hurtado. Dada la dificultad para alcanzar este objetivo a corto plazo, este experto propone "comenzar por asumir que la parte psicológica debe valorarse también cada vez que se tiene un contacto clínico con la persona y familia con diabetes. No debemos focalizarnos sólo en los resultados clínicos, considerando incluir siempre el apartado psicológico y emocional de la diabetes en los programas educativos".
De nuevo, el papel de los familiares
De los familiares también nos hablan las expertas consultadas. “Son ellos los que desempeñan un papel fundamental en el cuidado diario, desde supervisar la medicación y la alimentación hasta acompañar a consultas médicas. Esta responsabilidad puede generar tensión y preocupación, por lo que resulta esencial ofrecerles educación sanitaria y apoyo social, garantizando así un cuidado seguro y una mejor calidad de vida tanto para el paciente como para su entorno, reivindica la Dra. Somoza.

Dra. Ana María Cebrian.
Porque los familiares son pieza clave, como enfatiza la experta de la SED que recuerda que, también, pueden estar sobrecargados. “Ayudan a organizar medicación, alimentación, citas médicas y control de glucosa. Necesitan información clara, sencilla y coherente desde Atención Primaria para no vivir angustiados ni culpables. Es importante cuidar también al cuidador: darles formación, apoyo emocional y recursos comunitarios”.
¿Cómo se trata la diabetes en los mayores?
En cuanto al tratamiento la experta afirma de forma tajante: “Con tres ideas clave: individualizar, simplificar y proteger”.
- Ajustamos objetivos de glucemia y HbA1c según salud global, esperanza de vida, función cognitiva y riesgo de hipoglucemia.
- Priorizamos fármacos seguros, con bajo riesgo de hipoglucemia y, cuando es posible, con beneficio cardiovascular y renal.
- Evitamos tratamientos complejos difíciles de manejar (múltiples dosis de insulina, sulfonilureas en pacientes frágiles…) y revisamos interacciones con el resto de la medicación.
- El objetivo no es sólo 'buen azúcar', es que la persona esté estable, funcional y con buena calidad de vida.
Todo sin olvidar que la verdadera esencia del tratamiento de la diabetes en personas mayores, como recuerda la Dra. Somoza,"está en que el grado de control glucémico debe individualizarse según el perfil del paciente y su nivel de fragilidad. De esta forma, distinguimos tres perfiles:
- En pacientes mayores sanos o robustos —es decir, con buena funcionalidad, sin comorbilidades importantes y con expectativa de vida razonable— se pueden plantear objetivos similares a los de los adultos jóvenes, buscando un control glucémico relativamente estricto para prevenir complicaciones.
- En aquéllos con fragilidad leve o comorbilidades asociadas, los objetivos se flexibilizan. Se prioriza evitar hipoglucemias y episodios agudos, permitiendo niveles de glucosa un poco más elevados que en adultos robustos.
- En pacientes con fragilidad avanzada, discapacidad o comorbilidades graves, el objetivo principal es la seguridad y la calidad de vida. Se toleran cifras más altas, se simplifican los tratamientos y se evitan medicamentos que puedan provocar hipoglucemias o interacciones.
"En resumen, a mayor fragilidad o dependencia, menos estrictos son los objetivos glucémicos, y el enfoque se centra en prevenir hipoglucemias, mantener la autonomía y mejorar la calidad de vida del paciente", determina.
No hay recetas imposibles
Ambas especilistas recuerdan los cambios en el estilo de vida necesarios en mayores con diabetes pero "adaptados a su realidad, no “recetas imposibles”:
- Mantener o volver a un patrón tipo dieta mediterránea: verduras, legumbres, fruta entera, aceite de oliva, pescado, menos ultraprocesados y azúcares.
- Asegurar suficiente proteína para evitar pérdida de músculo.
- Actividad física diaria: caminar, ejercicios de fuerza suave y equilibrio para prevenir caídas, siempre adaptado a su capacidad.
- Buen sueño, evitar tabaco y alcohol, mantener vida social.
Y Todo debe ser realista, consensuado con la persona y, si hace falta, con la familia o cuidadores.
Consejos para el día a día
La expertas recuerdan que, de forma práctica así debería ser el día a día de un adulto mayor con diabetes:
- Desayunos, comidas y cenas regulares, evitando grandes atracones o largos ayunos.
- Comida casera sencilla: plato con verdura + proteína (huevo, legumbre, pescado, carne magra) + pequeña ración de hidrato de carbono de calidad (pan integral, patata, arroz integral).
- Beber agua, limitar zumos y bebidas azucaradas.
- Caminar cada día (aunque sean 10–15 minutos varias veces), subir escaleras si puede, algo de fuerza con botellas o bandas, ejercicios de equilibrio.
- Revisar pies, usar calzado adecuado, vigilar la vista.
- Seguir el plan de medicación con apoyo de pastilleros y recordatorios, sin cambios por cuenta propia.
- Mantener contacto social y actividades que estimulen la mente.


