Josep Moya Ollé
Opinión

Navidad: días de contrastes

Josep Moya Ollé

Martes 30 de diciembre de 2025

5 minutos

Navidad: días de contrastes

Martes 30 de diciembre de 2025

5 minutos

He de admitir que desde hace años siento curiosidad por el significado de la Navidad, que nace fruto de una posición calculadamente ingenua.

Me explicaré: ya sé que se celebra el nacimiento de Jesús, acaecido en la ciudad de Belén, y sería lógico pensar que se trata de una festividad cristiana como también lo es la semana “santa”. Sin embargo, a diferencia de ésta, la Navidad no se concibe sin todo un conjunto de elementos que, de entrada, poco o nada tienen que ver con el nacimiento de Jesús. Me refiero, obviamente, a los obligados encuentros familiares precedidos, en ocasiones, por una clara advertencia: “¡En Navidad, no me la líes!”. Y, cómo no, al intercambio de regalos, así como los mejores deseos de paz y amor.

En aras a satisfacer mi curiosidad, recurro a internet, al sabio profesor Google. Escojo una web y leo lo siguiente: “Además de su significado religioso, la Navidad es un tiempo de regocijo, paz y solidaridad. Es una oportunidad para renovar la fe en Dios y cultivar el espíritu de amor hacia el prójimo. Durante estas fechas, las familias se reúnen, comparten y practican la generosidad, recordando los verdaderos valores de la Navidad: la gratitud, la solidaridad y el perdón”.

Bellas palabras, sin lugar a dudas, si no fuera porque, demasiado a menudo, la realidad las desmiente. Se podría recordar que mientras unos comen turrones a otros les llueven los drones.

Sí, ya sé, me podrán objetar que esas cosas ocurren en lugares lejanos, donde hay guerras en las que se matan a personas en nombre de la libertad de Occidente o para “desnazificar” un país. En cambio, en nuestras latitudes las cosas son muy diferentes. Aquí vivimos en paz y armonía, a Dios gracias. Pero, sigo consultando en internet y encuentro la siguiente noticia que, de hecho, ya conocía por diversos medios de comunicación: “Más de 500 personas se han manifestado esta tarde en Badalona (Barcelona) en defensa de los migrantes que fueron desalojados el pasado miércoles del antiguo instituto B9. Lo han hecho frente a Can Bofí Vell, el antiguo albergue municipal para sintecho de Badalona, que precisamente fue ocupado hace unos días por un grupo de los desahuciados. A la concentración vecinal y asociativa se han desplazado también decenas de vecinos contrarios a la misma, que han increpado a los manifestantes, en lo que supone la segunda jornada consecutiva de enfrentamientos entre vecinos a favor y en contra de dar asistencia a los afectados por el desalojo del B9”.

Aclaro que el B9 es un edificio que años atrás fue un instituto de enseñanza. El número de migrantes que había ocupado este antiguo edificio fue de unos 400. Esta situación no es nueva y era perfectamente conocida por la administración local y también por el gobierno de la Generalitat. El B9 fue ocupado por migrantes en el año 2023, es decir, que los responsables municipales han dispuesto de unos dos años para encontrar una salida digna a esta situación.

Pero, lo que resulta todavía más preocupante es la actitud de otro colectivo vecinal que se ha mostrado contrario a la manifestación en pro de los desahuciados, lo que ha derivado en un clima de crispación y enfrentamiento entre vecinos. Así, mientras unos se han movilizado para encontrar alojamiento para los sin techo, otros han pedido su expulsión. Se podría pensar que se trata de una actitud en contra del extranjero africano o asiático, pero lo más preciso sería decir que se trata del rechazo del pobre, de aquel que no tiene donde cobijarse, del que duerme bajo un puente de la autopista, expuesto a la lluvia que, por cierto, estos días está cayendo de manera continuada. No pedimos la expulsión de los migrantes con poder adquisitivo, profesionales universitarios que acuden a nuestro país con un contrato de trabajo en las manos. Esos no nos estorban, esos no nos molestan. Para esos, paz y amor, solidaridad y gratitud.

La filósofa Adela Cortina, en su libro Aporofobia, el rechazo al pobre (2017), lo ha expresado con absoluta precisión cuando ha escrito que no repugnan los orientales capaces de comprar equipos de fútbol o de traer lo que en algún tiempo se llamaban “pretodólares”; como tampoco molestan los gitanos triunfadores en el mundo del flamenco; pero los que sí molestan son los refugiados políticos, los inmigrantes pobres, los gitanos que venden papelinas en barrios marginales y rebuscan en los contenedores. Las puertas de la conciencia se cierran ante los mendigos sin hogar, condenados mundialmente a la invisibilidad. Nuestra sociedad, al igual que frente al dolor y la muerte, rechaza también la pobreza y ello sucede también en Navidad, aunque, hay que señalarlo, haya honrosas excepciones: las de aquellos que, desde la sociedad civil, se han movilizado para alojar a los desahuciados.

Sigo consultando diversas páginas en internet y encuentro una noticia que es todo un contraste: “Un millar de personas se concentran en el macrobotellón de Navidad de la calle Mandri de Barcelona pese a la lluvia. Alrededor de 1.100 personas —según estimaciones del Ayuntamiento de Barcelona— han participado este jueves por la noche en el botellón de Navidad en la calle Mandri de Barcelona, en el distrito de Sarrià—Sant Gervasi. Una cita, también llamada popularmente el "botellón pijo", que desde 2021 se convoca de manera espontánea en el Upper Diagonal y que este año también se ha producido a pesar de la molestia de la lluvia. El evento se ha celebrado este año sin incidencias destacadas, en medio de un mayor despliegue policial y más regulación por parte del consistorio para garantizar la seguridad en la vía pública”.

Cabe resaltar el calificativo de “pijo” que se ha otorgado a este botellón, pero más destacables son aún ciertos detalles: el encuentro multitudinario se celebra en plena calle, situada en uno de los barrios con las rentas más altas de Barcelona; los participantes han ocupado la calle, con el beneplácito de bares y cafeterías, y el ayuntamiento de la capital ha cortado calles para garantizar la seguridad vial y la movilidad de la zona y ha establecido desviaciones de transportes públicos. También se han repartido papeleras y se han colocado lavabos portátiles. No ha habido manifestaciones ni en pro ni en contra, todo ha transcurrido, al parecer, con normalidad. Aquí ha habido paz, armonía y gratitud.

Sí, la Navidad es una festividad en la que se acentúan las desigualdades sociales y en la que los mejores deseos topan con las más duras y crueles realidades. Mientras unos se reúnen en familia y se intercambian regalos, otros apenas pueden ingerir algo caliente; mientras unos vivimos cómodamente instalados en nuestros hogares, otros disponen, y no siempre, de una mísera tienda de campaña. Y, sí, mientras unos comemos turrones a otros les llueven los drones.

Sobre el autor:

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé (Barcelona, 1954) es psiquiatra y psicoanalista. Actualmente es presidente de la Sección de Psiquiatras del Colegio Oficial de Médicos de
Barcelona.

Ha trabajado activamente en el ámbito de la salud pública, siendo presidente del comité organizador del VII Congreso Catalán de Salud Mental de la Infancia y psiquiatra consultor del SEAP (Servei Especialtizat d'Atenció a les Persones), que se ocupa de la prevención, detección e intervención en casos de maltratos a mayores.

Es el fundador del Observatori de Salut Mental i Comunitària de Catalunya.

Su práctica clínica privada la realiza vinculado a CIPAIS – Equip Clínic (Centre d’Intervenció Psicològica, Anàlisi i Integració Social) en el Eixample de Barcelona.

Como docente, imparte formación especializada en ACCEP (Associació Catalana per a la Clínica i l’Ensenyament de la Psicoanàlisi), en el Departament de Benestar Social i Família y en el Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada del Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya.

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