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El dolor crónico puede elevar drásticamente la presión arterial

Patricia Matey

Foto: Bigstock

Lunes 1 de diciembre de 2025

12 minutos

Cuanto más generalizado es el malestar, mayor es el peligro. Hablamos con la autora del estudio

El dolor crónico puede elevar (y mucho) la presión arterial. (Bigstock)
Patricia Matey

Foto: Bigstock

Lunes 1 de diciembre de 2025

12 minutos

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Considerar el dolor crónico como uno de los grandes enemigos que atenaza la calidad de vida de los ciudadanos del XXI es un hecho que cada vez está más claro. Las cifras de afectados no son nada despreciables. Según la Sociedad Española de Neurología, más del 30% de la población sufre algún tipo de dolor, principalmente personas entre los 45 y los 54 años de edad y, en un 60% de los casos, mujeres. Pero, además, un 18% de la población padece algún tipo de dolor crónico, es decir, se enfrenta a él desde hace más de 3 meses, y más de un 5% de la población lo sufre diariamente.

Pero hay otro gran enemigo: la hipertensión. Y el primero (el dolor crónico) al parecer, lleva a este segundo. La hipertensión es un importante factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV) y mortalidad. Cómo documenta un estudio en The Lancetel número de personas que viven con hipertensión se duplicó entre 1990 y 2019, alcanzando los 1.300 millones en todo el mundo, con una prevalencia global estandarizada por edad entre los adultos de aproximadamente el 34%. Dada la gran carga que supone la enfermedad, los cientíificos creen que es fundamental identificar los factores de riesgo para fundamentar las estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento.

Dolor crónico 

El dolor crónico, definido por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor como aquel que dura más de tres meses, es una de las cinco principales causas subyacentes de años vividos con discapacidad a nivel mundial. Ya hay ‘rastro científico’ del papel del dolor crónico en el desarrollo de la aterosclerosis, como se dcoumenta en la revista Pain, en las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad por todas las causas. Sin embargo, la relación entre el dolor crónico y la presión arterial ha sido contradictoria, y los estudios sobre él y la hipertensión son muy escasos.

Un artículo de revisión de Frontiers, destaca que el dolor musculoesquelético crónico es el tipo más común en la población general, con una prevalencia aproximada del 35,7%, y se ha demostrado su asociación con limitación de la actividad, mala calidad de vida y discapacidad. 

 

Un varón mayor con dolor lumbar. (Bigstock)

 

Dado que la inflamación se ha vinculado tanto al dolor como al riesgo de hipertensión, los marcadores inflamatorios podrían servir como marcadores intermedios del riesgo de hipertensión asociado al dolor crónico. Los pacientes afectados tienen un mayor riesgo de depresión, lo que puede incrementar aún más el riesgo de presión arterial elevada, lo que sugiere un posible mecanismo que media la asociación entre el dolor crónico y el riesgo de hipertensión. No obstante, hasta la fecha, ningún estudio ha examinado en qué medida la asociación entre el dolor y la hipertensión está mediada por la inflamación y la depresión. 

El estrecho vínculo 

Pues bien, ahora se ha constatado que el dolor crónico en adultos puede aumentar la probabilidad de desarrollar hipertensión arterial, y factores como la localización y la extensión del dolor, así como la presencia de depresión, parecen desempeñar un papel importante. Estos hallazgos provienen de una nueva investigación publicada en Hypertension.

En declaraciones a 65YMÁS, la Dra. Jill Pell, autora principal del estudio y catedrática Henry Mechan de Salud Pública en la Universidad de Glasgow (Reino Unido), reconoce: "La hipertensión (presión arterial alta) es un importante factor de riesgo para las enfermedades cardíacas y su prevalencia está aumentando. El dolor crónico también es frecuente. Identificar y abordar los factores de riesgo para desarrollar hipertensión es fundamental para combatir las enfermedades cardíacas. Estudios previos sobre hipertensión se han centrado principalmente en el dolor agudo. Los estudios sobre dolor crónico e hipertensión han sido escasos y han arrojado resultados inconsistentes. Por lo tanto, nuestro objetivo es investigar este fenómeno mediante un estudio poblacional a gran escala con un seguimiento prolongado.

 

 Dra. Jill Pell

Dra. Jill Pell

 

Una evaluación de la información de salud de más de 200.000 adultos en los EE. UU. mostró que las personas que experimentaban dolor crónico en todo el cuerpo tenían una mayor probabilidad de desarrollar presión arterial alta en comparación con aquellas que no reportaban dolor, molestias a corto plazo o dolor limitado a una región.

"Cuanto más generalizado es el dolor, mayor es el riesgo de desarrollar hipertensión", afirma la Dra. Jill Pell, autora principal del estudio y catedrática Henry Mechan de Salud Pública en la Universidad de Glasgow, Reino Unido. E insiste: "Parte de la explicación de este hallazgo radica en que el dolor crónico aumenta la probabilidad de padecer depresión, y esta, a su vez, incrementa la probabilidad de desarrollar hipertensión. Esto sugiere que la detección y el tratamiento precoces de la depresión en personas con dolor podrían contribuir a reducir su riesgo de desarrollar hipertensión».

 La hipertensión arterial y sus peligros

La presión arterial alta y la hipertensión se producen cuando la sangre ejerce una presión excesiva contra las paredes de los vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de sufrir un infarto o un derrame cerebral. La presión arterial alta, incluyendo la hipertensión de grado 1 o 2 (con lecturas de presión arterial de 130/80 mmHg a 140/90 mmHg o superiores), afecta a casi la mitad de los adultos en EE.UU. Además, es la principal causa de muerte a nivel nacional e internacional, según la guía conjunta de 2025 de la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología, avalada por otras 11 organizaciones.

Estudios previos demuestran que el dolor musculoesquelético crónico —dolor en la cadera, rodilla, espalda o cuello/hombro que dura al menos tres meses— es la forma más común de dolor crónico en la población general. El nuevo estudio examinó cómo la presencia, el tipo y la distribución del dolor en el cuerpo se relacionan con la hipertensión arterial posterior.

La inflamación y la depresión ya se reconocen como factores que contribuyen a la hipertensión; sin embargo, Pell señala que ninguna investigación previa había evaluado hasta qué punto estos elementos podrían explicar la conexión entre el dolor prolongado y la hipertensión futura.

Los datos

Los participantes completaron un cuestionario inicial en el que describen si habían experimentado dolor durante el mes anterior que interfiriera con sus actividades diarias. Indicaron si el dolor se localizaba en la cabeza, la cara, el cuello/hombro, la espalda, el estómago/abdomen, la cadera, la rodilla o en todo el cuerpo. Quienes reportaron dolor también indicaron si los síntomas habían persistido durante más de tres meses.

La depresión se evaluó mediante un cuestionario que indagaba sobre el estado de ánimo depresivo, la falta de interés, la inquietud o la letargia durante las dos semanas previas. La inflamación se midió mediante análisis de sangre para la proteína C reactiva (PCR).

Hallazgos clave tras un seguimiento a largo plazo

Tras un periodo de seguimiento promedio de 13,5 años, los resultados mostraron:

  • Casi el 10% de todos los participantes desarrollaron hipertensión arterial.
  • En comparación con las personas sin dolor, aquellas con él generalizado enfrentaron el mayor aumento del riesgo (un 75 % más), mientras que el dolor a corto plazo se asoció con un riesgo un 10% mayor y el crónico en una sola ubicación se vinculó con un riesgo un 20 % mayor.
  • Al analizar la localización del dolor, el crónico generalizado se asoció con un riesgo un 74% mayor de hipertensión arterial; el abdominal crónico con un riesgo un 43% mayor; las cefaleas crónicas con un riesgo un 22% mayor; el dolor crónico de cuello/hombro con un riesgo un 19% mayor; el dolor crónico de cadera con un riesgo un 17% mayor; y el dolor crónico de espalda con un riesgo un 16% mayor.
  • La depresión (11,3% de los participantes) y la inflamación (0,4% de los participantes) explicaron el 11,7% de la conexión entre el dolor crónico y la presión arterial alta.

"Al brindar atención a personas con dolor, los profesionales de la salud deben ser conscientes de que tienen un mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial, ya sea directamente o a través de la depresión. Reconocer el dolor podría ayudar a detectar y tratar estas afecciones adicionales de forma temprana", aclara Pell.

El Dr. Daniel W. Jones, presidente de la Guía de Hipertensión Arterial de la Asociación Americana del Corazón/Colegio Americano de Cardiología de 2025 y decano y profesor emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Mississippi en Jackson, Mississippi, ha destacado en un comunicado: "Es bien sabido que experimentar dolor puede elevar la presión arterial a corto plazo; sin embargo, se sabía menos sobre cómo el dolor crónico afecta la presión arterial. Este estudio contribuye a comprender mejor este fenómeno, al encontrar una correlación entre el número de zonas con dolor crónico y que dicha asociación podría estar mediada por la inflamación y la depresión".

Jones, quien no participó en el estudio, ha recomendado realizar más investigaciones mediante ensayos controlados aleatorizados para explorar cómo las diferentes estrategias de manejo del dolor influyen en la presión arterial. Destaca la importancia de comprender cómo los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno, pueden elevar la presión arterial.

"El dolor crónico debe manejarse teniendo en cuenta la presión arterial de los pacientes, especialmente considerando el uso de analgésicos que pueden afectar negativamente la presión arterial", dijo Jones.

Limitaciones del estudio y características de los participantes

Los investigadores señalaron que la población estudiada estaba compuesta principalmente por adultos blancos de mediana edad o mayores de origen británico, lo que significa que los resultados podrían no ser aplicables a personas de otros orígenes raciales o étnicos ni a grupos de edad más jóvenes. Los niveles de dolor fueron autoinformados y el estudio se basó en la codificación de diagnósticos clínicos, una única evaluación del dolor y dos mediciones de la presión arterial.

Cómo se diseñó el estudio

La investigadora nos los cuenta: "Utilizamos datos ya recopilados en el estudio UK Biobank, un estudio de gran envergadura que reclutó a personas residentes en el Reino Unido. Pudimos estudiar a 206 963 personas que no presentaban hipertensión al unirse a UK Biobank, de las cuales 87 440 tenían algún tipo de dolor crónico al momento de su incorporación. Sus historiales clínicos electrónicos rutinarios proporcionaron información de seguimiento durante 14 años, y durante este período, 19 911 de ellas desarrollaron hipertensión".

Una de las peticiones que hace la investigadora es que "como con todos los problemas de salud, la prevención es lo ideal. Para las personas que ya han desarrollado dolor crónico, el tratamiento debe individualizarse según sus necesidades personales, pero puede incluir fisioterapia, medicamentos y apoyo psicológico"

Reconoce que, afortunadamente, "se han desarrollado métodos de evaluación, incluyendo escalas y herramientas para medir el dolor, que ayudan a los profesionales clínicos a medir el dolor de forma estandarizada y a hacer un seguimiento de los cambios a lo largo del tiempo.

Y adelanta: "Nuestra investigación se centra ahora en identificar los factores de riesgo de las enfermedades cardíacas y determinar qué se puede hacer para prevenirlas".

Sobre el autor:

Patricia Matey

Patricia Matey

Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.

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