Joaquín Ramos López
Opinión

La fachada de la casa, espejo de la comunidad

Joaquín Ramos López

Martes 24 de mayo de 2022

4 minutos

La fachada de la casa, espejo de la comunidad

Martes 24 de mayo de 2022

4 minutos

Con este título me acojo al trillado símil respecto de la apariencia de nuestra cara, para opinar esta vez sobre mis pareceres de haber contemplado más de una fachada de casas de vecinos, esos edificios de viviendas por plantas donde se cobijan tantas familias con sus pertrechos, y que bien pueden trasmitir su “alma” interior.

A cualquier arquitecto, cuando diseña un proyecto de edificación donde la construcción vaya a requerir una “vestimenta” que cubra y dignifique el cuerpo interior de su obra, estoy seguro que le anima una especie de ilusión artística.

Sin duda, todas las edificaciones tienen un fin principal y este radica en la utilidad para lo que se construye. Pero desde una nave industrial hasta un palacio de congresos, encontraremos fachadas que armonizan, estilos y gustos. Algunas llegan a ser verdaderas obras de arte y resultarán deleite de mucha gente.

Obviamente, casas para viviendas, hoteles y edificios para oficinas, contarán con espacios abiertos y traslúcidos mayoritariamente, mientras que edificios que requieran otras finalidades pueden ofrecer paramentos más cerrados.

Centrándome en los edificios de “pisos” y alejándome de cuestiones de calidad y diseño, doy por entendido que su aspecto exterior es correcto, digno y hasta personalizado. Pero mi interés hoy está en cómo apreciar el uso, estado y aspecto de su fachada, ya pasado un tiempo significado de su puesta en servicio.

Es aquí donde se pueden extraer sensaciones y deducciones de lo más interesante. La primera conclusión es observar la multiplicidad de alteraciones que se van produciendo con el paso del tiempo y, presumiblemente, también con el del cambio de sus ocupantes. Con ello, han ido apareciendo en la fachada elementos ajenos al origen.

Ocurre que, las fachadas exteriores o principales, tienen regulado por normas urbanísticas su condición de ser su unidad integral y, conforme a las leyes ad hoc, se estipulan los límites de uso y la armonía de su fábrica, así como la condición de lugar no privativo.

Paredes, ventanas, balcones y terrazas son objeto con demasiada frecuencia del destino de reformas, artilugios, trastos, y colgaduras varias, a gusto –o disgusto– de dueños e inquilinos –con indebida o sin autorización del propietario– que dañan o afean la fachada.

Se podrá argumentar que pasados unos años se deben cambiar los ventanales conforme a una nueva decoración, o para mejorar el aislamiento térmico, por ejemplo. Conveniente es, pero también que se respete el tamaño y forma del cerramiento y se mantenga la uniformidad estética exterior.

Bienvenidas sean las reformas para nuevas comodidades, pero debería ser tenida en cuenta la ornamentación y conservación de la fachada en su conjunto y evitar colgar aparatos acondicionadores o extraer tubos y rejillas de expansión de gases y líquidos.

Y esos cerramientos de balcones y terrazas, hechos para ganar espacios interiores, pero contrarios a la uniformidad exigible de mantener integrada la fachada. Sobre todo habiendo soluciones arquitectónicas que pueden convenir a todos los comuneros.

Están, así mismo, esos balcones-trastero, donde igualmente cabe de pie una bicicleta, que una cama turca o la escalera doméstica de aluminio. O la barandilla está recubierta de una desentonadora tela protectora para que el niño que se asoma o la mascota que nos acompaña, salgan y no peligren.

¿Y qué me dice Ud. de la ropa tendida para su secado? Entiendo que subsistan viviendas que carecen de patio interior, o terraza comunitaria y se vean abocadas a colgar la ropa en la fachada principal. Pero también hay familias que creen se trata de una práctica no estética y buscan las soluciones existentes. Lo indebido es quién “pasa” olímpicamente de los demás.

De unos años a esta parte se ha generalizado la colocación de banderas, pendones, pancartas-protesta y toda una suerte de colgaduras entre respetables por un día e impertinentes para siempre.

Porque bien está que se manifieste un sentimiento adornando una onomástica, o se de la bienvenida a un advenimiento positivo para la comunidad. Otra cosa será transformar la fachada en una tribuna o pantalla exponiendo o reivindicando una solución personal interesada y no compartida necesariamente por todos los residentes, además de no estar permitida reglamentariamente.

Si Ud. desea comprobar mis impresiones –y no pretendo las haga suyas– solo tiene que elevar la mirada hacia las fachadas de las casas por las que vaya pasando al hacer su próximo paseo ciudadano. A buen seguro verá y añadirá alguna más de esas manifestaciones impropias de un deseado decoro estético urbano.

Y podrá preguntarse si todo está bien y decir que no pasa nada, aunque las cosas que importen a todos –o casi a todos– no vayan con ellos, porque cuenta su conveniencia y derecho (?) frente a los demás. O sea, la decadencia colectiva.

Sobre el autor:

Joaquín Ramos López

Joaquín Ramos López

Joaquín Ramos López es abogado y autor del blog Mi rincón de expresión.

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