

Hoy, decisión importante, sobre todo simbólica: el Consejo de Ministros decreta que la mascarilla no será obligatoria en espacios interiores. Habrá excepciones que conoceremos tras el Consejo. Este cronista viene haciendo públicamente algun notación que resumo aquí:
1) Estamos en una incidencia de 400, que no es mucho, pero existe.
2) Se siguen produciendo decenas de miles de contagios cada semana.
3) A 17 de abril, hace dos días, había más de 4.000 personas hospitalizadas por Covid y 301 en las UCI.
Y 4) Por culpa de la Semana Santa no tengo el último dato de fallecidos, pero han sido centenares.
¿Qué puede hacer un comentarista no científico ante eso? Antes de nada, ponerse en guardia y, si tiene una edad, mucho más, porque el virus sigue ahí. Y si está entre nosotros, puede atacar, no olvidemos los grupos, lugares y personas de riesgo. Y el gobierno lo sabe. Y como lo sabe, adopta una posición tímida, explotable políticamente, pero deja a las empresas la responsabilidad última de la mascarilla en el trabajo. Es como decirnos: la mascarilla deja de ser obligatoria, pero ustedes verán. Yo, por si acaso, no me la voy a quitar. Más que por los argumentos del gobierno, por una razón de edad que afecta al 20 por ciento de la sociedad.