

Veo las imágenes de la guerra y son como todas las imágenes de una guerra: cuerpos destrozados por la metralla, hermosos edificios destruidos, campos arrasados, padres que corren con carritos de bebé en busca de un refugio, mujeres que lloran impotentes, seres humanos que emprenden un viaje sin saber a dónde y se consideran afortunados por poder escapar, la alternativa es el hambre o la muerte… Esa es la guerra. Terrible solo con ver sus fotos. Imagínense cómo será sentirla y sufrirla o ver cómo la sufre un joven llamado a filas u otro que ve caer a un compañero a su lado, bajo la metralla. Imagínense a una madre que recibe la noticia de que su hijo ha sido baja en la última escaramuza. Me pregunto si el señor Putin y los señores de su guerra verán alguna de esas fotos. Posiblemente se limitan a leer los informes de los avances de sus tropas, que es lo único que les importa. Las víctimas las tienen descontadas, son el resultado de las batallas, seguramente les parecen pocas. Sus muertos no son muertos, que son bajas que se contabilizan como se cuentan los tanques y las municiones. Siempre ha sido así, se me dirá. Y yo añado: y siempre hubo también criminales de guerra.