
Jueves 7 de enero de 2021
2 minutos

El mundo se acostó anoche pendiente de Washington. Y más que pendiente: asustado. Lo ocurrido no tenía precedentes: cientos de energúmenos, convocados a manifestarse nada menos que por quien es todavía presidente de Estados Unidos, asaltaron el Capitolio, sede del Congreso y el Senado. Pretendían impedir la ratificación de Joe Biden como presidente, azuzados por un Trump que no deja de hacer lo que más hizo en su mandato: mentir. Su último engaño masivo es repetir que las elecciones han sido un fraude. Los asaltantes no consiguieron su objetivo, Trump quedará como lo que es: un embaucador disfrazado de estadista. Pero las imágenes y sus lecciones quedan ahí: como la muestra de a dónde puede llegar una masa exaltada; cuán débil puede ser una democracia si tiene un agitador irresponsable y supremacista en el poder; a qué conduce la polarización política que muchos dirigentes occidentales promueven como estrategia política; qué grande es el peligro de algunos populismos que ignoran y vulneran la legalidad constitucional. Anote el mundo este acontecimiento en su memoria y deje de reír las gracias de los Bolsonaro y los Trump.