

Osteoporosis: la epidemia silenciosa que amenaza a una sociedad que envejece
Dr. Manuel Villanueva MartínezFoto: Bigstock
Lunes 20 de octubre de 2025
10 minutos

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Lunes 20 de octubre de 2025
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Dr. Villanueva: "Los datos de prevalencia de artrosis en España son alarmantes"
La enfermedad musculoesquelética más prevalente es la artrosis. Sobre todo, en las sociedades desarrolladas en el mundo occidental. Una de cada 5 personas mayores de 60 años padece artrosis y hemos de pensar que en los países desarrollados, ya un 25% de la población tiene más de 60 años. De los pacientes con artrosis, el 10% sufren artrosis invalidante. Principalmente, aquellos que sufren artrosis de rodilla, de cadera o de columna.
Junto con la artrosis, otra de las grandes epidemias del siglo XXI, en los países desarrollados, es la osteoporosis, que se ha convertido en una de las principales amenazas para la salud pública. y que hoy celebra su Día Mundial Es una enfermedad crónica y progresiva que debilita los huesos, volviéndolos frágiles y susceptibles de fracturas incluso ante pequeños golpes o movimientos cotidianos. Lo más preocupante es que puede avanzar durante años sin mostrar síntomas, hasta que aparece la primera fractura. Por ello, se la conoce como la epidemia silenciosa del siglo XXI. Hoy en el Día Mundial destacamos cómo prevenirla.
En los países desarrollados, la osteoporosis se ha convertido en una de las principales amenazas para la salud pública. Es una enfermedad crónica y progresiva que debilita los huesos, volviéndolos frágiles y susceptibles de fracturas incluso ante pequeños golpes o movimientos cotidianos. Lo más preocupante es que puede avanzar durante años sin mostrar síntomas, hasta que aparece la primera fractura. Por ello, se la conoce como la epidemia silenciosa del siglo XXI. Hoy en el Día Mundial destacamos cómo prevenirla.
Un problema creciente en las sociedades que viven más
El aumento de la esperanza de vida, el sedentarismo y los hábitos alimentarios inadecuados han favorecido que la osteoporosis alcance cifras alarmantes en Europa, América y Japón. Según un estudio publicado en el Journal of Orthopaedic Surgery and Research, la prevalencia de osteoporosis en mujeres es del 19,8% en Europa y del 15,1% en América. En países como Finlandia, Eslovenia y Bélgica, las tasas superan los 530 casos por cada 100.000 habitantes.
De acuerdo con la OMS, 1 de cada 3 mujeres, y 1 de cada 5 hombres, sufrirá una fractura a partir de los 50 años en algún momento de sus vidas, la mayoría relacionadas con la osteoporosis.
España no escapa a esta tendencia. El 54,4% de los mayores de 50 años sufren osteopenia y el 10,7% osteoporosis. Actualmente, se producen 782 fracturas por fragilidad al día en población española; sin embargo, tan sólo el 36% de estos individuos reciben tratamiento para la osteoporosis.
¿Por qué se produce?
Se desarrolla por una combinación de factores genéticos, hormonales y ambientales. Entre los más importantes destacan:
A partir de los 30 años, la densidad de los huesos comienza a disminuir tanto en hombres como en mujeres, al igual que la pérdida de músculo (sarcopenia). Esta pérdida de densidad ósea se acelera en las mujeres tras la menopausia, con una caída terrible de la densidad ósea. Sin embargo, en los hombres, la perdida es más lenta hasta que en la séptima década de vida se tiende a igualar con la de las mujeres. Como resultado de ello, los huesos se vuelven más frágiles y más propensas a las fracturas. Por lo tanto, aunque la pérdida de masa ósea se acelera a partir de los 50 años, en las mujeres es más acentuada, por la caída de estrógenos.
Además, con frecuencia existe un componente hereditario claro, con antecedentes familiares.
Respecto al estilo de vida: el sedentarismo, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y una dieta pobre en calcio y vitamina D aumentan notablemente el riesgo de padecer esta enfermedad.
Ciertos tratamientos y enfermedades, como el uso prolongado de corticoides, la artritis reumatoide o el hipertiroidismo también favorecen su aparición.
Además se debe tener en cuenta que no es una consecuencia natural del envejecimiento. Aunque la edad es un factor inevitable, la enfermedad puede prevenirse y tratarse si se detecta a tiempo.
La mayoría de los casos no se diagnostican
Uno de los grandes retos de la medicina moderna es que la mayoría de las personas con osteoporosis no saben que la padecen. Durante años, el paciente no experimenta dolor ni signos evidentes. La enfermedad se manifiesta, en muchos casos, tras una fractura vertebral o de cadera que obliga a acudir al hospital.
La densitometría ósea (DEXA) sigue siendo la herramienta más eficaz para medir la densidad mineral ósea y calcular el riesgo de fractura. No obstante, el diagnóstico puede apoyarse también en radiografías, analíticas y marcadores de remodelado óseo. El diagnóstico precoz es el único camino para evitar fracturas invalidantes. Las caídas, frecuentes en personas mayores, son una causa habitual de fracturas cuando existe fragilidad ósea no tratada.
El FRAX es una herramienta de la Organización Mundial de la Salud que calcula la probabilidad de sufrir una fractura osteoporótica mayor o de cadera en los próximos 10 años. Combina factores de riesgo clínicos (como edad, sexo, peso, antecedentes y tabaquismo) y, opcionalmente, la densidad mineral ósea (DMO) para estimar el riesgo de fractura y la necesidad de hacer un tratamiento preventivo.
El dolor y la pérdida de movilidad, las consecuencias más visibles
En fases avanzadas, la osteoporosis puede producir dolor mecánico en la espalda, deformidad progresiva de la columna (cifosis dorsal o “chepa”), pérdida de estatura y debilidad muscular. Las fracturas vertebrales, de cadera o de muñeca generan un alto grado de dependencia y pérdida de autonomía, con un fuerte impacto psicológico y social. En muchos casos, las secuelas impiden recuperar el nivel de vida previo a la lesión. Debemos recordar que el dolor y la limitación funcional son devastadores para el paciente y su entorno. Por eso, la prevención y el diagnóstico precoz son esenciales para preservar la calidad de vida
Un tratamiento que combina medicación y cambios en el estilo de vida
El tratamiento de la osteoporosis se basa en tres pilares fundamentales:
- Fármacos específicos que frenan la pérdida ósea y reducen el riesgo de fracturas, como los bifosfonatos, el denosumab o los análogos de la hormona paratiroidea.
- Suplementos de calcio y vitamina D, especialmente en personas mayores o con déficit documentado.
- Ejercicio físico regular, que fortalece huesos y músculos, mejora el equilibrio y disminuye el riesgo de caídas.

Además, se recomienda abandonar el tabaco, reducir el alcohol, mantener un peso saludable y seguir una dieta equilibrada rica en productos lácteos, verduras de hoja verde, legumbres y pescado azul. La exposición moderada al sol también ayuda a activar la síntesis natural de vitamina D, imprescindible para la absorción del calcio.
El precio de la inacción
Más allá del coste sanitario, la osteoporosis tiene un elevado coste humano. Cada fractura supone un golpe a la autonomía, la autoestima y la calidad de vida de las personas mayores. En los países desarrollados, donde la esperanza de vida continúa aumentando, el desafío será mantener esa longevidad acompañada de una buena salud ósea. Sin embargo, solo uno de cada diez pacientes con osteoporosis recibe tratamiento, una cifra que los expertos consideran inaceptable. La falta de conciencia sobre el problema y la escasa detección en atención primaria siguen siendo los principales obstáculos.
Educación y prevención: la receta del futuro
Se sabe que los trastornos musculoesqueléticos son el principal factor que contribuye a la necesidad de rehabilitación en todo el mundo y representan aproximadamente dos tercios de las necesidades de rehabilitación en adultos. Los trastornos musculoesqueléticos son también los que más contribuyen a los años vividos con discapacidad (AVD) en todo el mundo, ya que representan aproximadamente 149 millones de AVD, lo que equivale al 17% de todos los AVD a nivel mundial.
En una sociedad que envejece, combatir la osteoporosis, que va a cebarse con las personas mayores limitando la calidad de vida que las sociedades desarrolladas pueden ofrecerles en las últimas décadas de sus vidas, requiere educación sanitaria, prevención activa y seguimiento médico continuado. También incorporar el ejercicio, cuidar la alimentación y realizar revisiones periódicas a partir de los 50 años son medidas sencillas que pueden marcar la diferencia. Porque es una enfermedad que puede detectarse, tratarse y prevenirse. El conocimiento y la acción temprana son nuestras mejores herramientas. Los programas y agendas globales de la OMS intentan prevenir y reducir lo que se ha catalogado como una de las mayores epidemias del siglo.
Una enfermedad global que exige respuestas locales
La osteoporosis refleja un problema estructural de las sociedades desarrolladas: vivir más, pero no necesariamente mejor. A medida que aumenta la longevidad, el objetivo de los sistemas sanitarios debe ser no sólo prolongar la vida, sino también preservar la autonomía y la funcionalidad de las personas mayores.
Las estrategias de prevención, promoción de hábitos saludables desde la juventud y el tratamiento precoz son pasos imprescindibles para detener esta epidemia silenciosa que causa cada vez más gasto sanitario, costes en los recursos humanos empleados para paliar sus consecuencias y en la calidad de vida y autonomía de las personas.