Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

Por qué el frío eleva el riesgo de sufrir un infarto

Ramón Sánchez-Ocaña

Miércoles 20 de enero de 2021

ACTUALIZADO : Lunes 25 de enero de 2021 a las 17:10 H

4 minutos

Nevadas en la provincia de Teruel. Foto: Europa Press

Miércoles 20 de enero de 2021

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Pildoras

 

Aunque parezca mentira, España es uno de los países europeos en donde se producen más muertes evitables por frío. Solemos pensar que esta muerte es solo por congelación, pero no es así. Muchos paros cardiacos se deben al frío, ya que es uno de los desencadenantes de la angina de pecho, precisamente por la vasoconstricción que produce. Si ese estrechamiento se da en unos vasos sanguíneos ya un poco deteriorados, surge el accidente. Sirva como ejemplo que los paros cardíacos invernales son mucho más frecuentes en España que en Suecia o en Finlandia, donde las temperaturas pueden permanecer meses bajo cero. No solemos ser conscientes de que un cambio brusco de temperatura puede provocar espasmos y la prueba evidente es que el número de muertes por infarto aumenta en los meses más fríos y especialmente en los días festivos de diciembre y enero. La tasa de mortalidad llega a ser un 33% mayor que en otras épocas del año. Los estudios no indican claramente las causas, aunque los expertos piensan que se debe además de a las bajas temperaturas a que en estas fechas  se relajan las costumbres (los enfermos dejan de medicarse) y se come y se bebe sin el control habitual.

El organismo, cuando siente frío, intenta contrarrestarlo. Su primera respuesta fisiológica es aumentar el metabolismo para producir más calor. Aumenta la presión arterial, el pulso y la respiración. Cuando el frío es notable aparecen  tiritonas, que es una fricción muscular involuntaria, precisamente para producir calor. Si continúa la exposición al frío aparece agitación y dolores musculares. Se acelera todo el aparato circulatorio, porque para producir más calor, el organismo envía más veces y más deprisa la sangre. Eso tiene un efecto doble porque, poco a poco, también se va enfriando ella, con lo que se hace más viscosa. Y de ahí se puede deducir el aumento del riesgo de cualquier accidente cardiovascular. 

En general, puede decirse que  el frío suele actuar como un añadido a una enfermedad ya declarada. El tiempo, por ejemplo, no hace enfisematosos, pero el fumador empedernido siente más su incapacidad pulmonar. Y es fácil oír como un reumático se queja del frío o de la humedad . Y es difícil que podamos convencer a quien lo dice que no es el tiempo el que le produce el dolor. Todas las estadísticas afirman que el clima tiene muy poca relación con los reumatismos. La misma cantidad de reumáticos hay en Santiago de Compostela, por citar un lugar húmedo, que en Almería, por citar un lugar seco. El clima no produce más reumatismos. Lo que sí produce es más cantidad de síntomas reumáticos. En otras palabras: en climas húmedos y fríos hay la misma cantidad de enfermedad, con la misma gravedad, pero con más cantidad de síntomas. El problema es que si el síntoma del reuma es el dolor, en zonas húmedas el reuma puede doler más, aunque eso no quiera decir que sea más grave. No deja de ser, desde el punto de vista de quien lo sufre, una distinción puramente teórica. Porque  para quien lo padece, el reuma  es solamente el síntoma.

El frío es especialmente peligroso para los ancianos, que además de tener previamente patologías crónicas, suelen tener menos grasa bajo la piel y menos masa muscular. Por eso son personas de riesgo, como los niños, que tienen una superficie proporcionalmente mayor a su masa corporal.

Y como protección hay que insistir una vez más en que mejor que ponerse una prenda muy gruesa es llevar dos o más, pero más finas, porque la capa de aire que queda entre una y otra, actúa como una especie de cámara aislante. También proteger la cabeza y, sobre todo, el cuello, ya que es por donde circulan los vasos que llevan la sangre al cerebro. Y, por supuesto, los pies.

Atención también al alcohol, porque aunque no lo parezca, hace que aumente la pérdida de calor. La sensación inicial de calor que produce beber, es una reacción momentánea. Es una vasodilatación superficial de la cara y las extremidades y por eso aparece la rojez características. Los vasos superficiales calientan la piel, que al contacto con el aire sufre una pérdida de calor, con lo que la temperatura interior del cuerpo disminuye. Beber para contrarrestar el frío es contraproducente.

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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