Las infusiones siempre han ocupado un papel protagonista dentro de los métodos terapéuticos más tradicionales y naturales, debido a las bondades de las hierbas silvestres que lideran su elaboración. Así, este suculento brebaje es capaz de mitigar un buen número de males. La manzanilla, por ejemplo, alivia los trastornos digestivos, la melisa hace lo propio durante los episodios de estrés y ansiedad, mientras que la valeriana vela por un correcto descanso nocturno. Sin embargo, esta gran familia también incluye miembros desconocidos, pero igual de gratificantes.
¿Has oído hablar de la flor de hibisco? Esta planta, originaria de América y África, llama especialmente la atención por su llamativo color rojo y el gran tamaño de sus pétalos. No obstante, su auténtico poder reside en los nutrientes que conforman su composición. ¿Qué beneficios nos aportan?
Aunque también se puede utilizar como ingrediente complementario en las ensaladas, para elaborar mermeladas caseras o como elemento decorativo en pasteles y tortas, las flores de hibisco suelen degustarse a modo de infusión, pues así se aprovechan mejor todas sus cualidades.
Entre los componentes bioquímicos que la convierten en un producto tan especial destacan los flavonoides, las antocianinas, la pectina, minerales como el hierro y el potasio, y vitaminas C y B1. ¿Cómo afecta esta combinación de nutrientes a nuestro organismo?