El impétigo es una infección muy habitual en la piel, producida por dos tipos de bacterias: los estreptococos del grupo A o el estafilococo aureus. Bacterias que se refugian y se multiplican en la superficie de la dermis cuando se produce un corte, una raspadura o la picadura de un insecto.
Es entonces cuando aparece una afección cutánea que se manifiesta en forma de ampollas que pueden extenderse por todo el cuerpo, aunque lo más normal es que se observen junto a la boca y la nariz.
Aunque se pueda pensar que es una dolencia que solo se da en niños o adolescentes, lo cierto es que las personas mayores también pueden sufrir impétigo como consecuencia de otro tipo de afección de la dermis o tras pasar por una infección del sistema respiratorio. Algo que explican desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (@aedv_es), que recuerdan que es una patología muy contagiosa.
Una situación que, como confirman estos expertos, no se desencadena tras pasar un cuadro de estrés o ansiedad; aunque reconocen que tener las defensas bajas, estar más cansados de lo habitual, además de no seguir las medidas de higiene adecuadas son factores que pueden favorecer que florezca el impétigo. Sin embargo, sí es cierto que se observa un mayor riesgo si se trata de personas que tienen problemas de riñón. También si padecen previamente dermatitis atópica.
En definitiva, cuando se ha desencadenado el contagio, sobre todo en épocas más calurosas, es cuando aparecen en el rostro (al cabo de una semana desde la acción de las bacterias o la exposición a otro afectado) las erupciones de las que puede supurar algo de líquido. En algunos casos incluso dichas ampollas cicatrizan en forma de costras con tonos amarillentos.
Como se ha explicado antes, pese a que la lesión de la dermis se concentra en un solo punto, puede extenderse a otras partes de la piel como es el caso del cuello. algo común si la persona se rasca para controlar el molesto picor asociado.
Por eso, antes de que ocurra y ante la aparición de la primera ampolla, es aconsejable ir al médico. Este recetará antibióticos de forma tópica, o incluso orales si es un brote mayor, para acabar con la infección. Unos efectos que empezarán a notarse a los tres días de empezar con el medicamento. Como parte del tratamiento, el empleo de cremas emolientes también favorece que se mantenga una barrera cutánea.
No obstante, si pasados bastantes días no se observa mejoría o la situación va a peor (con un cuadro de fiebre, dolor o una mayor inflamación de las ampollas), sería necesario volver a la consulta. Todo es poco para evitar que se pueda desencadenar una forma más grave de impétigo, que se conoce con el nombre de ectima. Una afección en las capas más profundas de la piel, cuando la dolencia empeora y se forman dolorosas llagas llenas de pus, que se transforman en úlceras más serias.
Como en muchas otras ocasiones relacionadas con temas de salud, seguir una serie de hábitos preventivos resulta crucial. Y es que no puede olvidarse, como se ha aludido anteriormente en el reportaje, que el impétigo es bastante contagioso. Por eso, si una persona sufre esta patología de la dermis es bueno que cumpla algunas recomendaciones dadas por su médico: