Teresa Rey
Preguntas
Conducta sexual adictiva en mayores: en qué consiste y cómo afrontarla
Las personas con este trastorno poseen fantasías y conductas sexuales más frecuentes de lo habitual
La actividad sexual en las personas mayores no es algo que desaparezca por el hecho de tener más edad. Es cierto que a medida que envejecemos se producen cambios físicos que a veces afectan a la capacidad de tener relaciones sexuales en este grupo población. Sin embargo, en muchos casos no es así y hay mayores que sienten la necesidad de tener una vida sexual activa, el problema surge si esta implica una adicción. En el caso de encontrarnos en esta situación, estaremos ante un trastorno que se conoce como adicción al sexo o hipersexualidad, y también trastorno hipersexual.
Obsesión por las fantasías
“Este trastorno se caracteriza por una frecuencia e intensidad elevadas de fantasías y conductas sexuales, un gran deseo sexual y conductas sexuales de riesgo que se relacionan con elementos impulsivos o compulsivos, y que provocan malestar en la persona”, tal y como se define en el artículo Psicopatología y Personalidad en la Adicción al sexo. Estudio piloto, realizado por varios expertos y publicado en la Revista Iberomericana de Psicosomática.
Se trata, por tanto de una adicción psicológica, que surge de conductas sobreaprendidas y que conllevan consecuencias negativas. Estas se adquieren tras repetirlas en el tiempo bien porque proporcionan placer, bien porque se usan como una forma de escudarse ante problemas personales. Estas acciones se caracterizan por no disponer de un control suficiente de los impulsos y poseer deficiencias en el autocontrol.
La adicción al sexo se considera comportamental, como ocurre por ejemplo con el juego patológico. Para hablar de un trastorno de estas características los expertos indican que deben darse una serie de circunstancias. Un adicto al sexo es aquel que dedica una cantidad desmedida de tiempo en fantasías y deseos sexuales, además de en su planificación y realización. Esta conducta responde a estados anímicos como ansiedad, aburrimiento, irritabilidad y depresión entre otros. También como respuesta a situaciones vitales estresantes.
Son personas que no son conscientes del riesgo físico, psíquico o emocional que esta actitud les puede causar a ellos o a otros. Este comportamiento genera deterioro laboral o social, y afecta a distintos ámbitos de la vida de los adictos.
Cuando se tiene una adicción al sexo este se convierte en algo esencial en la vida de los afectados, de tal modo que influyen en los hábitos y no se pueden controlar, pese a que haya intentos de hacerlo, aunque no suelen tener buenos resultados. De hecho, quienes presentan este trastorno conviven con algún sentimiento de remordimiento o culpa, en algún momento. Al satisfacer el deseo se produce una liberación de la tensión, pero al mismo tiempo ese sentimiento de culpabilidad también está presente de algún modo.
Causas inciertas
El origen de este trastorno es complejo e incierto. Se cree que puede deberse a alguna alteración en los neurotransmisores cerebrales encargados de regular los estados anímicos como la serotonina y la dopamina, entre otros. Esta adicción puede dar lugar con el tiempo a modificaciones en el funcionamiento del cerebro. Además, como ocurre con otras adicciones a medida que discurren los años se necesitan más cantidades de esos estímulos para lograr el alivio que supuestamente proporcionan.
Ciertas alteraciones mentales podrían desencadenar esta conducta adictiva. Se considera que la demencia, la epilepsia o una depresión mayor, propician alteraciones relacionadas con las conductas sexuales. En la enfermedad de Parkinson, ciertos medicamentos podrían favorecer esta situación.
La irrupción de las nuevas tecnologías ha favorecido que ciertos comportamientos sexuales sean más accesibles y en paralelo han surgido nuevas formas de mantener sexo a través de los dispositivos digitales. Al mismo tiempo al ser actividades que suelen efectuarse de forma privada la posibilidad de control se ve debilitada por esta condición. En la mayoría de los casos prevalece el anonimato y esto no ayuda a desvincularse de determinadas prácticas.
Enfermedades de transmisión sexual y tratamiento
El principal problema de esta adicción aparte de los que ya se han citado, es el riesgo de contraer una enfermedad de transmisión sexual. Las personas mayores también están expuestas a estas, y si son sexualmente activas puede contraer sífilis, gonorrea, infección por clamidia, herpes genital, hepatitis B, verrugas genitales y tricomoniasis. De igual modo, cualquier persona que practique sexo con asiduidad y personas diferentes puede contagiarse de VIH. Por ello, al margen de la edad que se posea se han de mantener relaciones sexuales seguras y usar preservativo si se va a producir penetración vaginal o anal.
En el caso de que consideramos que tenemos este problema, es importante dejar de lado los estereotipos o la vergüenza y acudir a un profesional de salud especializado. Si no se controla esta situación no solo nos hacemos daño a nosotros mismos, sino que podemos perjudicar a otras personas. Existen tratamientos psicológicos que ayudan a reconducir estas conductas. Se puede acudir a psicoterapia o grupos de ayuda, y si el facultativo lo estima oportuno es posible que tengas que acudir a algún fármaco, en especial, antidepresivos o medicamentos que estabilicen el estado de ánimo.
En ocasiones, este trastorno está vinculado a problemas con otras sustancias como el alcohol, de modo que es importante ser conscientes de ello, y tratar de solucionar todos los ámbitos que esta circunstancia está provocando en nuestras vidas.