Asociaciones de mayores

Abuelos del siglo XXI: más activos, más comprometidos y "cada día más relevantes"

María Bonillo

Sábado 26 de julio de 2025

24 minutos

Los mayores piden que se valore más la figura de los abuelos

Abuelos del siglo XXI: más activos, más comprometidos y "cada día más relevantes"
María Bonillo

Sábado 26 de julio de 2025

24 minutos

Los abuelos juegan un papel crucial en la economía familiar

Día de los Abuelos: un homenaje a su legado y amor incondicional

¿Cómo tratamos a nuestros abuelos?

 

Los sénior de ahora han cambiado con respecto a los de décadas anteriores. Y, de la misma forma, los abuelos también lo han hecho, y es que los abuelos y abuelas del siglo XXI "no son los mismos que los de hace medio siglo" y "la imagen del abuelo jubilado que se retira a descansar ha sido reemplazada por una figura mucho más dinámica y comprometida". Los abuelos y abuelas de hoy en día son "activos, solidarios, formados, comprometidos… y también, demasiadas veces, olvidados por las estructuras sociales que deberían protegerlos". Así lo han destacado varias de las asociaciones de mayores más importantes del país, que conforman el Comité Asesor de 65YMÁS. Algunos de los presidentes y presidentas de estas asociaciones también son abuelos y abuelas.

Presidente de la Asociación Grupo de Mayores de Telefónica (AGMT), presidente del Comité Asesor de 65YMÁS, y también abuelo, Santiago González Carrero hace referencia especialmente al "compromiso más cercano para con los padres" que tienen los abuelos, en lo referente a la ayuda que prestan en "la acogida de los nietos cuando aquellos no pueden hacerlo".

Y es que, en su opinión, "los abuelos del siglo XXI no somos muy diferentes a los anteriores en cuanto al amor por los nietos". Es este compromiso para el cuidado de los nietos lo que "tal vez sea la mayor diferencia con otras épocas pretéritas en las que, en un alto porcentaje, las madres se ocupaban de los hijos más integralmente". 

De hecho, un reciente informe de EAE Business SchoolCampamentos de verano en España, refleja que siete de cada diez familias recurren a los abuelos como principal alternativa a los campamentos de verano para cuidar de los menores durante esta época estival.

Santiago también ha trasladado cómo vive su papel de abuelo. En su caso, "vivimos a cierta distancia, en municipios distintos y ayudamos fundamentalmente en vacaciones y períodos de enfermedad. Tenemos mucha cercanía y confianza con los nietos, que se quedan con nosotros, cuando es necesario, no solo sin ningún problema, sino con mucha satisfacción", relata el presidente de AGMT, abuelo de dos nietos, y otro en camino. 

Marina Troncoso Rodríguez, expresidenta de la Confederación Estatal de Asociaciones y Federaciones de Alumnos y Exalumnos de los Programas Universitarios de Mayores (CAUMAS), también es abuela, y asegura que, en su caso, ser abuela en el siglo XXI "es una maravilla".

"Fui abuela un poco joven (en comparación con mi entorno) y ¡encantadísima! Tenía 50 y pocos años y mucha energía y ganas. Disfruté muchísimo mi primer nieto. Cuando llegó sentí un amor nuevo, inmenso, infinito, algo que creí que ya no podía sentir. Me enamoré de ese bebé totalmente como me había enamorado antes de mis hijas, de mi marido, de todo lo que me hace feliz, con una intensidad y un amor infinito, una maravilla descubrir que todavía se pueden tener nuevas sensaciones tan maravillosas", cuenta. "Tengo tres nietos, después del primero, que me dejó fascinada, llegaron los gemelos que me dejaron doblemente fascinada. Creí que ya el primero había colmado mis amores, pues no, todavía había sitio y mucho para los gemelos. Ahora tengo tres nietos que son, desde luego, una maravilla".

Marina es "una abuela del siglo XXI", tal y como ella misma se define. "Me gustan mis nietos y los disfruto, soy una abuela bombera, es decir, acudo cuando es necesario, en una urgencia, en una situación que solo la abuela puede sacarlos del apuro, pero en la vida cotidiana no me interpongo ni intervengo en su educación, en su formación, ni en su rutina", explica. 

"El ser abuela es una felicidad inmensa porque es ternura, no es la responsabilidad de educarlos ni la aventura e incertidumbre que sientes al tener un hijo. Ahora con la madurez ya sabes que la vida puede darte problemas, pero también da soluciones y normalmente todo sigue su ritmo", explica. 

Considera que los nietos son "un complemento maravilloso a la madurez", pues "compartimos con ellos tiempo, por ejemplo, quince días en verano solo nietos y abuelos, sin padres, todos los años desde que era muy pequeñitos. Estos son momentos maravillosos. Incluso vamos de camping con ellos. También tenemos nuestras cosillas con los nietos, le damos una paga mensual para sus gastos extra, vienen a comer a casa de vez en cuando. No hay un día oficial ni un compromiso preestablecido. Tenemos una relación muy fluida y nos hacen visitas espontáneas". 

En este sentido, aclara que "no tenemos ninguna dependencia de los nietos. Afortunadamente mi hija y mi yerno son unos padres muy responsables que atienden perfectamente a sus hijos y no necesitan de una ayuda extra de los abuelos, aunque los abuelos estamos aquí para lo que haga falta cuando sea necesario. Ahí estamos los abuelos, de manera ocasional. No son nuestra responsabilidad y, sin embargo, son nuestros disfrute que llenan nuestra madurez de cariño, alegría, ilusión y compañía", añade, afirmando que es "una abuela feliz". 

 

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Por su parte, Inmaculada Ruiz Martín, presidenta de la Unión Democrática de Pensionistas (UDP), coincide en que la figura de los abuelos y las abuelas ha cambiado en cierto modo, modernizándose con los años. Con todo, "siguen siendo responsables totales de la familia, sus guardianes". 

"Son más activos, claro que sí, pero aparte de ser activos tienen como meta cuidar de los hijos y de los nietos, y eso lo tienen ante todo", en ocasiones hasta el punto en que "prescinden de viajes, se sacrifican en muchísimas cosas solo por ayudar a la familia", apunta. 

Es por ello que este día "se debe de compensar un poco esa labor activa de los abuelos", porque, indica, "son más activos, claro, somos más jóvenes también. Ahora con 70 y tantos y 80 años, un abuelo o una abuela se siente joven, se siente bien. Entonces, se siente capaz de cuidar de la familia y de unirla, que los hijos puedan trabajar y ellos cuidar de los nietos. Es una responsabilidad que se han echado a la espalda". Aunque a eso hay que añadirle "una visión de lo activo, de querer seguir ellos también cuidándose y culturizándose. Es otra ansia de vivir", explica Inmaculada, que destaca que la familia del siglo XXI es una familia moderna que incluye "unos abuelos modernos, unos abuelos capaces de seguir en la brecha como siempre, porque hemos sido la generación que han cuidado de los padres, de los hijos y ahora de los nietos y bisnietos. Es decir, que somos la familia cuidadora. Quizá los abuelos del mañana no sean igual, pero hoy día, la generación de los años 30 y 40, estos abuelos son así, son audaces, activos y tienen muchas ganas de vivir". 

Para Inmaculada, la figura del abuelo/a es "imprescindible" y "cada día más relevante", incluso para quienes no los tienen de forma directa. De hecho, es su caso, y es que aunque no es "abuela biológica", sí tiene sobrinos-nietos, incluso sobrinos-bisnietos. "Sé lo que es porque nuestra familia está muy unida y he cuidado de mis sobrinos como si fueran hijos propios. O sea, me he entregado por completo a ellos", explica, destacando "esos valores intrínsecos que tenemos los mayores y que no los vamos a perder, ni en el siglo XXI, ni en el siguiente. Creo que son unos valores humanos que nos dieron nuestros padres y que han permanecido ahí para siempre, e intentamos transmitirlo a nuestros nietos y bisnietos". 

Pide, así, que "nos hagan caso, que nos atiendan, que los hijos valoren la figura de los padres, que se den cuenta del preciado tesoro que tienen con sus padres con las labores que hacen" y el papel tan "importante" que tienen en la conciliación familiar, uno "poco reconocido". 

Pilares invisibles de la sociedad contemporánea

En este sentido, para Anatolio Díez Merino, Secretario General de la Federación de Pensionistas y Jubilados de UGT-UJP, este Día de los Abuelos, que se celebra este 26 de julio, "no debería ser un gesto simbólico ni una fecha más en el calendario. Debería ser una oportunidad para reconocer el papel profundamente transformador, aunque muchas veces silenciado, que los abuelos y abuelas juegan hoy en nuestras sociedades. Porque los abuelos del siglo XXI ya no son los mismos que los de hace medio siglo. Hoy, son abuelos activos, solidarios, formados, comprometidos… y también, demasiadas veces, olvidados por las estructuras sociales que deberían protegerlos", resalta. 

Y es que, "la imagen del abuelo jubilado que se retira a descansar ha sido reemplazada por una figura mucho más dinámica y comprometida. Hoy, miles de abuelos y abuelas cuidan a sus nietos mientras sus hijos e hijas trabajan jornadas interminables para sostener economías familiares cada vez más frágiles. Otros hacen voluntariado, participan en asociaciones, estudian, viajan, escriben libros o emprenden. Y muchos otros (quizá los que más deberíamos escuchar) luchan cada día para sobrevivir con pensiones mínimas en una sociedad que ha encarecido el vivir y precarizado el envejecer", señala Anatolio, que asegura que "vivimos en un tiempo en el que los abuelos se han convertido en el verdadero sostén emocional, logístico y económico de muchas familias. Son cuidadores no reconocidos, educadores informales, transmisores de memoria, y a menudo, última red de seguridad en contextos de crisis. En lugar de descansar, trabajan sin salario, sin horario, sin jubilación posible". 

Para Anatolio, que también es abuelo, esta figura "ha ganado, paradójicamente, más centralidad a medida que las redes públicas se han debilitado. En un mundo que envejece rápidamente, el desafío no es solo garantizar una vejez digna, sino también reconocer el valor productivo, relacional y social de las personas mayores. El futuro no puede construirse dejando atrás a quienes lo sostienen en silencio. Debemos dejar de ver a los mayores como una carga o como sujetos pasivos de cuidados. Son actores esenciales de cohesión intergeneracional. Y si no repensamos las políticas públicas, la vivienda, los cuidados, la protección económica, los espacios urbanos, desde una óptica de justicia para con ellos, estaremos fallando como sociedad". 

 

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En su caso, ser abuelo ha significado "redescubrir el mundo a través de los ojos de mi nieto. Es una experiencia de amor sin condiciones, pero también de responsabilidad. Me interpela como ciudadano y como persona: ¿qué sociedad les estamos dejando? ¿Cómo puedo contribuir hoy, desde mi edad, a construir un mañana mejor para ellos?". 

Teniendo todo esto en cuenta, señala que "este 26 de julio no basta con un gracias. Es momento de exigir respeto real, políticas públicas que reconozcan su aportación y una narrativa que celebre su vitalidad, sí, pero que también visibilice sus penalidades. Porque muchos de nuestros abuelos no están disfrutando la jubilación; están luchando por sobrevivirla con dignidad. Y si ellos están ahí cuando los necesitamos, que no les faltemos nosotros cuando nos necesiten ellos". 

José Luis Fernández Santillana, presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), también es abuelo, "y ejerzo", señala, asegurando que se lo pasa "en grande" con su nieta. "Nos llevamos especialmente bien", afirma, aunque también pone el foco en una realidad, y es que aunque "ella está muy a gusto con nosotros, está encantada, sigue echando en falta a sus padres. Este tipo de cosas son claves también, que no se trata de que los abuelos usurpemos el papel de los padres, sino que complementemos y ayudemos a ello". 

Ser abuelo "te anima a estar también más activo", resalta. "No voy a decir ten un nieto, porque no depende de ti, pero te aseguro que es bastante reconfortante, y de verdad que yo, por lo menos mi experiencia, es que disfruto como un enano con ella". 

La figura de los abuelos ha cambiado del mismo modo que ha cambiado la sociedad con el tiempo, así como el concepto de mayor, el cual "es muy relativo y tiene que ver mucho, no tanto con la edad física, sino con una, digamos, edad mental, es decir, cómo te sientes y qué actividad tienes ante la vida. Entonces, los abuelos ahora son mucho más activos porque los mayores, en general, somos más activos".

Con todo, apunta que "hay una situación que no sé hasta qué punto es de voluntariedad o de responsabilidad", y explica que "ahora mismo, los abuelos están aportando y ayudando mucho más a las familias, y si hablamos de familias monoparentales, todavía mucho más". De hecho, asegura "por propia experiencia", que "en la puerta del colegio a la hora de recoger a los niños el porcentaje de abuelos es bastante notable. Pero bueno, es por devoción, es por convicción, es por necesidad... pues seguramente habrá situaciones muy distintas". En cualquier caso, subraya que lo que está claro es que los abuelos y abuelas actualmente son "parte activa", incluso también "del proceso educativo de sus nietos, sin entrar en contradicción con ese rol tan fundamental que les corresponde a los padres". 

Así, asegura que, "a la hora de la verdad, en muchos casos, si no fuese por los abuelos habría auténticas dificultades para poder conciliar la vida familiar y profesional". Y los abuelos asumen esta tarea "con muchísimo gusto, porque además no solamente lo hacemos encantados, sino que además nos gusta, lo disfrutamos y nos lo pasamos bien con los nietos, y los nietos se lo pasan bien con los abuelos. Esto sí que es un trabajo intergeneracional". 

Por todo ello, considera que la figura de los abuelos "es relevante", teniendo en cuenta "cómo está configurada ahora mismo la sociedad". "En España nos quejamos del reto demográfico, pero ¿qué hacemos para facilitar este tipo de cosas?", cuestiona. Y coincide también en la importancia de "reconocer el rol de los abuelos en la sociedad". Destaca, así, que "no somos una carga para la sociedad, sino que somos un alivio para la sociedad, y aportamos". 

 

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En esta línea, para Juan Sepúlveda, Secretario General de la Federación Estatal de Pensionistas y Jubilados de Comisiones Obreras (CCOO), los abuelos del siglo XXI en España "siguen teniendo una importancia extraordinaria, que solo es reconocida cuando faltan".

"Durante todo el año cumplen de manera principal la función de guardería de segundo orden", llevándolos al colegio o incluso alimentándolos en algunas ocasiones "por la imposibilidad de conciliación del trabajo de los padres", coincide. Es más, "los verdaderos problemas de las vacaciones de los niños se les presentan a las familias trabajadoras pobres, con escasos recursos, o familias monoparentales que no tiene la posibilidad de recurrir a los abuelos para el cuidado de los hijos, sobre todo si durante el curso escolar eran usuarios de becas comedor. Se terminan las clases lectivas y no se tiene la posibilidad de comer en el colegio, ¿cómo se las arreglan estas familias para atender a los hijos durante todo el tiempo que duran las vacaciones sin la ayuda de familiares cercanos y sin que las administraciones públicas les atiendan en sus necesidades más básicas?". Por todo ello, considera que "los abuelos han tenido para las familias una gran relevancia en el pasado como anclaje familiar y la seguirán teniendo en el futuro". 

Las diferencias entre los abuelos de generaciones anteriores y los abuelos de ahora abarcan numerosos aspectos, así lo considera también Josep Carné i Teixidó, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas Mayores de Cataluña (FATEC), y también abuelo, y es que "a lo largo de las décadas, el papel de los abuelos/as ha experimentado una profunda transformación. Esta evolución no solo responde a los cambios sociales, culturales y tecnológicos, sino también a la forma en que las generaciones se relacionan y entienden el concepto de familia". 

Una de las diferencias principales se observa en el nivel educativo de los abuelos. Así, mientras lo de generaciones anteriores, "en su mayoría, contaban únicamente con educación básica o primaria, los abuelos contemporáneos han accedido a estudios secundarios e incluso universitarios. Esto les ha permitido desarrollar una visión más amplia del mundo y mantenerse intelectualmente activos durante más tiempo", explica. La relación que tienen con sus nietos también ha cambiado. "Tradicionalmente, los abuelos eran figuras más distantes y formales. En cambio, los abuelos de hoy suelen establecer vínculos afectivos más estrechos, participando activamente en la vida emocional y cotidiana de sus nietos". 

Las diferencias se ven incluso en sus habilidades digitales, y mientras que antes "los abuelos eran considerados paleolíticos digitales, es decir, personas ajenas al uso de las tecnologías modernas, en la actualidad muchos abuelos han aprendido a utilizar dispositivos digitales, redes sociales y herramientas de comunicación virtual. Esto no solo les permite mantenerse conectados con sus familias, sino también integrarse de manera más plena a la sociedad digital". 

Todo ello teniendo en cuenta que el estilo de vida de los abuelos y abuelas también es diferente, y frente a uno "más sencillo y pasivo, limitándose a funciones tradicionales dentro del hogar" de antes, en la actualidad "muchos abuelos llevan vidas activas, independientes y comprometidas con su entorno, participando en actividades culturales, deportivas y sociales. Esta tendencia responde al envejecimiento activo". 

A todo eso hay que sumarle que "muchos abuelos actuales crecieron sin conocer a sus propios abuelos o los perdieron a muy temprana edad. Esto ha generado en ellos un deseo profundo de ejercer plenamente su rol como abuelos, compartiendo tiempo, afecto y experiencias con sus nietos. De alguna manera, buscan compensar lo que no vivieron como nietos, revalorizando el vínculo intergeneracional". 

"Así pues, los abuelos han dejado de ser figuras pasivas y lejanas para convertirse en actores clave dentro de la familia moderna. Su evolución refleja cambios sociales más amplios y plantea nuevas preguntas sobre el futuro. Comprender esta transformación es fundamental para valorar el rol de los abuelos y fortalecer los lazos familiares en un mundo en constante cambio", subraya Josep, que hace igualmente especial hincapié en "las actuales tasas de baja natalidad que se observan en muchas sociedades", lo que lleva a pensar: "¿Existirán abuelos dentro de unas décadas? La reducción de nacimientos podría afectar la continuidad de los vínculos intergeneracionales tal como los conocemos, lo que nos lleva a reflexionar sobre el papel que jugarán las familias en el futuro y cómo evolucionarán las relaciones entre generaciones". 

 

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Por su parte, Jesús Norberto Fernández, presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP), aunque no es abuelo todavía, espera serlo en los próximos años. Para él, ser abuelo es "un proceso muy interesante, es una nueva etapa de la vida y es un paso lleno de ilusión por vivir algo parecido a lo que viviste cuando tuviste hijos, y posiblemente poder hacerlo mejor. Educar sin tensiones, sin líneas rígidas y sin reglas continuas como hemos hecho con nuestros hijos", sin que eso deje de lado la "gran dosis de compromiso". 

"Es una maravillosa oportunidad que nos da la vida", concluye. A pesar de todo, no hay que olvidar que algunos abuelos y abuelas pueden llegar a vivir este papel como una "carga". Y es que los abuelos del siglo XXI se caracterizan, como ya se ha mencionado, por un lado por una "mayor cercanía y mayor facilidad de comunicación con sus nietos", pero también son "mucho más activos". También son "más longevos", añade, lo que supone "un mayor tramo de tu vida donde vas a estar en contacto con tus nietos. Por tanto, se va agrandando la figura y los recuerdos con los abuelos y van a tener una presencia y un impacto mucho más fuerte en la vida de sus nietos". 

Cabe destacar, tal y como señala Jesús, que no hay que olvidar que "la figura de los abuelos tiene sus matices" y que "hay tantos abuelos como personas. Todo depende de dónde vivan, de la proximidad, del nivel cultural, del nivel social, del nivel de salud, del manejo de la información". Es por ello que pide "huir de estereotipar la figura del abuelo", pues es "muy diverso y es muy heterogéneo". 

Lo que es indiscutible es que se trata de una figura "muy relevante, sobre todo cuando hay una proximidad". En este caso, indica, "los abuelos se comprometen en el día a día de sus hijos y de sus nietos. Es un apoyo fundamental, un apoyo no solo afectivo, también educativo, a veces incluso económico". En este sentido, resalta la capacidad de "unión que tienen las personas mayores, de cohesionar, de hacer pegamento entre las tres generaciones". 

La situación es algo diferente cuando la distancia se interpone entre abuelos y nietos. "Sin duda las cosas cambian", pero el hecho de que los mayores estén cada vez más conectados ayuda a que esa relación se sienta igualmente estrecha. "Hay ahí también todo una comunicación, una transmisión de afectos, de valores, que creo que rompe totalmente barreras geográficas y que, de nuevo, incluso en esos casos establece una cohesión muy importante que enriquece a todas las partes". 

En cualquier caso, considera que "los abuelos van a ser más abuelos, más cercanos, más influyentes en la vida y más dispuestos posiblemente a vivir con plenitud esa maravillosa sorpresa que te da la vida de volver a ser padre ya no solo de tus hijos, sino también de tus nietos". 

Abuelos y abuelas a pesar de la distancia

De hecho, José Ramón Ecenarro, presidente de NAGUSILAN, es igualmente abuelo, de dos nietas y dos nietos, y de su relación con ellos destaca que es "muy buena, pero distinta porque mientras unos viven en el mismo edificio, otras a 50 km". Pero la sensación es similar, y es que José Ramón considera que a los abuelos "nos consideran el pilar de la familia, brindamos apoyo y cuidado a nuestros hijos y nietos". 

"Los abuelos y abuelas contamos con tiempo, mayor paciencia, experiencia y compartimos tradiciones culturales, transmitimos la historia de nuestra familia, que tratamos de inculcar a los nietos. Disfrutamos con ellos, posiblemente porque en la época en que fuimos padres, nuestra generación fue de las primeras que tuvo que delegar el cuidado de nuestros hijos en personas ajenas a la familia", pero "disfrutar con ellos no debe implicar consentir en todo", apunta. 

En esta línea, hace referencia también al cambio que ha experimentado la sociedad en las últimas décadas. "Cuando nacimos nosotros, nuestros abuelos tenían una esperanza de vida de aproximadamente 10/15 años, y hoy día la están fijando en 30 años", señala. Pero no solo la esperanza de vida ha cambiado, también "la salud, los conocimientos, la capacidad de movilidad... Son infinitamente mayores hoy día". Esto conlleva que muchas veces se recurra a ellos para cuidar de los nietos, lo cual no representa ningún problema siempre que sea una situación "puntual", señala. "Podemos ser cuidadores, maestros, y compañeros de juego. Podemos encargarnos puntualmente, a tiempo parcial, de los niños", pero "salvo situaciones por motivos de salud, financieras, etc., los abuelos no deberíamos convertirnos en cuidadores a tiempo completo". 

En este sentido, pide que cada uno de los miembros de la familia "conozca bien su papel, sus responsabilidades, y respete los momentos de ocio de los abuelos/as", pues "la responsabilidad que conlleva criar a los hijos/as y orientarles debe recaer sobre los padres y madres", quienes, además, considera que "deben transmitir a los/las hijos/as una buena imagen de los/las abuelos/as" para que "sean percibidos por los niños como elementos insustituibles". 

Por su parte, Gloria Margarita Veiga, presidenta de la Confederación Estatal de Mayores Activos (CONFEMAC), es abuela de nueve nietos, y aunque explica que "parece sencillo, detrás de ese número hay un universo lleno de historias: abrazos, cultura, aprendizajes, despedidas en aeropuertos, videollamadas improvisadas y un amor profundo que se multiplica por nueve". Para ella la distancia también es un aspecto muy importante en su relación con sus nietos, pues están repartidos por el mundo. "Cuatro viven en Estados Unidos, dos en Copenhague y tres en España", explica. Con todo, asegura que ha estado "especialmente involucrada en su crianza".

"Cada uno de ellos ha llegado a mi vida con su propia energía, su lengua, sus costumbres, su ritmo, y yo, como abuela del siglo XXI, he aprendido a navegar entre esas diferencias con una mezcla de ternura, tecnología y una curiosidad infinita por entender el mundo que ellos habitan", de hecho, destaca que "la diversidad cultural y étnica de mis nietos no es una barrera, sino una riqueza. Me han enseñado a mirar el mundo con más amplitud y, en cada contexto, he encontrado una manera distinta y hermosa de ser abuela. No siempre ha sido fácil; a veces, la distancia duele. No poder estar en un cumpleaños o en un recital escolar puede dejar una pequeña herida, pero la tecnología se ha convertido en mi aliada. Las videollamadas, los mensajes, los cuentos leídos por Zoom, las fotos compartidas... todo eso me ha permitido mantener viva la conexión, porque ser abuela hoy no depende de la geografía, sino del vínculo. Y ese vínculo está más fuerte que nunca". 

Gloria también ha tenido la oportunidad de "estar presente en lo cotidiano" con sus nietos en España. Ha podido "cuidarles cuando eran pequeños, llevarlos al parque, prepararles la merienda y también escucharles cuando lo necesitaban. Y en esos momentos compartidos me han dado una cercanía única. Pero lo más bonito es que, a pesar de las diferencias en la cercanía física, siento un lazo igual de profundo con cada uno de mis nietos, estén donde estén", asegura. 

 

Confemacok

 

Para Gloria, las diferencias de ser abuelo antes y ahora también están claras. "Ser abuela en este siglo es muy distinto a cómo fue para generaciones anteriores. No solo es cuidar ni quedarse al margen: es estar presente, opinar cuando se necesita, acompañar desde el amor y, sobre todo, aprender. Mis nietos también me enseñan a adaptarme, a comprender otros idiomas, a usar nuevas aplicaciones y a mirar al mundo con ojos jóvenes". 

Lo que está claro, y así lo destaca, es que "no hay una única forma de ser abuela. La mía está hecha de vuelos internacionales, de cuentos contados en varios idiomas, de mensajes por WhatsApp y de abrazos que cruzan continentes. Pero también está hecha de algo que no cambia: el amor incondicional. Y mientras ellos crecen, yo también lo hago. Aprendo cada día a ser mejor abuela, porque este rol no tiene fecha de caducidad, ni edad fija, ni instrucciones. Se construye con paciencia, con respeto y con la certeza de que, aunque el mundo cambie, el amor de una abuela siempre encuentra la manera de llegar". 

La sombra del edadismo

El edadismo, como se conoce a la discriminación por razón de edad, afecta también a los abuelos y abuelas, y es que "a pesar de todo lo que aportan, las personas mayores siguen enfrentándose a una forma de discriminación tan invisible como extendida: el edadismo", resalta el Secretario General de UGT-UJP.

"Se les relega, se les infantiliza, se asume que ya no pueden aprender, innovar o liderar. En los medios, en el mercado laboral, incluso en políticas públicas, se sigue transmitiendo la idea de que la vejez es una etapa de decadencia, no de plenitud", critica. 

Por todo ello, considera que "combatir el edadismo no es solo una cuestión de justicia social: es una necesidad urgente. Porque una sociedad que desprecia a sus mayores está negando su propio futuro. Y porque envejecer no debería ser sinónimo de exclusión, sino de sabiduría, reconocimiento y derechos". 

Sobre el autor:

María Bonillo

María Bonillo

María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.

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