Sociedad

La enfermedad del aburrimiento en residencias de mayores: un peligro con graves consecuencias

Marta Jurado

Foto: Big Stock

Domingo 11 de diciembre de 2022

7 minutos

La investigadora Josefa Ros, premio María Moliner, analiza las consecuencias del hastío en la salud

La enfermedad del aburrimiento en residencias de mayores: un peligro con graves consecuencias
Marta Jurado

Foto: Big Stock

Domingo 11 de diciembre de 2022

7 minutos

Dicen que aburrirse de vez en cuando no es malo, que fomenta la creatividad y el impulso vital que hace salir de la zona de confort. Pero, ¿qué ocurre cuando el aburrimiento ya no depende de la actitud individual, sino que se cronifica como consecuencia del contexto externo, de espacios institucionalizados que nos arrastran al hastío eterno como las residencias de mayores? Esta es la hipótesis con la que trabaja la investigadora postdoctoral Josefa Ros (Universidad Complutense de Madrid y Universidad de Harvard), cuyo proyecto sobre el aburrimiento en residencias españolas Pre-bored. Well-being and prevention of boredom in Spanish nursing homes, financiado con fondos europeos, acaba de ser reconocido con el Premio Nacional de Investigación para Jóvenes María Moliner 2022.

Conocer cuáles son las consecuencias del aburrimiento en la salud física y mental de los residentes mayores es su principal objetivo, con la intención de crear un protocolo de prevención para combatirlo junto con autoridades e instituciones residenciales. Entre las conclusiones extraídas hasta el momento, Ros destaca que el aburrimiento puede acortar la vida y es "responsable directo del desarrollo de trastornos del ánimo que provocan irritación, frustración y nerviosismo". Así, señala que puede conllevar, si se cronifica en el tiempo, "a conductas agresivas, desórdenes del sueño, de alimentación, o incluso depresión o suicidio".

prebored

 

"Hemos creado espacios institucionalizados en los que no hay vías de escape"

Una obsesión, la de analizar las consecuencias del aburrimiento, que le viene de lejos, cuando hace una década descubrió durante sus estudios de Filosofía lo multidisciplinar de este sentimiento de hastío, ampliamente analizado más allá de nuestras fronteras, pero con una total ausencia de foco en nuestro país. "Todos sabemos lo que es estar aburrido, pero no tanto sobre sus efectos en la estimulación cognitiva. El aburrimiento nos obliga a ir más allá de nuestro propio horizonte, es un mecanismo que nos expulsa de nuestro estado de comodidad, pero que también puede generar mucho malestar y sufrimiento", explica Josefa Ros a 65YMÁS, en base a los planteamientos del filósofo alemán Hans Blumberg, que le llevaron a escribir el libro La enfermedad del aburrimiento (Alianza Editorial, 2022).

Su foco en las residencias de mayores le vino a partir de una experiencia personal. "Recuerdo que la queja más habitual de mi abuela cuando la íbamos visitarla era que se aburría, que no hacía nada de lo que hacía antes, como cocinar, hacer tareas domésticas, sino actividades programadas que no la interesaban nada", explica. Ros confiesa que podría pensarse que su abuela tenía un problema particular, pero pronto se dio cuenta de que sus compañeros de residencia compartían la misma queja. "El gran problema es que no hay vías de comunicación entre los mayores y sus "compañeros de cuidado". Hemos creado espacios institucionalizados, como los geroasistenciales, en los que no hay margen para que los individuos desarrollen sus propias vías de escape, y eso puede constituir un problema".

"Las personas con tendencia a aburriste mueren antes"

La influencia en la salud mental del aburrimiento ha sido demostrada, según explica Ros, en numerosos estudios que confirman que "las personas con tendencia a aburrirse, mueren antes". "Esto se explica porque se retrotraen, se involucran en menos actividades, tienen una vida más sedentaria y desarrollan respuestas disfuncionales como adicciones a la comida, al tabaco, a ver la televisión....", aclara la investigadora, quien señala que estas tendencias empeoran o se cronifican en instituciones como las residencias de mayores, que no ofrecen actividades que permitan a la persona generar sus propias estrategias para huir del aburrimiento.

"Muchos mayores sienten que están desperdiciando el poco tiempo que les queda, con actividades programadas como la pintura o la magia, que no les interesan. La mayoría de ellos quieren seguir con ciertas rutinas anteriores, sentirse útiles, socializar, leer, ver películas... Cuando este aburrimiento se cronifica puede llevar a situaciones de depresión, ansiedad o incluso suicidio. La soledad no deseada es la otra cara de la moneda del aburrimiento, si te relacionas menos, te aburres más".

"Hay que preguntar a los mayores qué quieren hacer"

 A raíz de su investigación en media decena de residencias españolas insiste en que pese a la buena voluntad de muchos centros, que le han abierto las puertas para que desarrolle su trabajo "aún existe cierto paternalismo hacia los mayores, que hace que se tomen decisiones sin consultarles, sin preguntarles. E incluso los propios mayores también tienen miedo a expresar lo que piensan por miedo a que se les etiquete". Pero en opinión de Ros, incluso en los casos de demencia, hay margen para los mayores tomen decisiones, desde qué ropa quieren ponerse a qué actividad les gustaría hacer. "El problema es que no se les pregunta".

También señala que desde las instituciones se pone con frecuencia el foco en el cuidado del cuerpo, pero "nos olvidamos de las dolencias del alma", que pueden influir del mismo modo en el estado físico y mental de los residentes. Y añade que otro error típico al que se está enfrentando es que los gerentes de las residencias creen que sus propuestas para combatir el aburrimiento, "van a incurrir en más gastos, más personal o más costes. Y esto no es cierto. Se pueden hacer muchas cosas sencillas, que hagan a los mayores sentirse útiles, que participen en actividades de cocina, crear un cineforum, abrir espacios de voluntariado para que se sientan acompañados y escuchados... Los propios mayores son los que tienen que decir qué les interesa". 

Cambios para ayudar a mantener la autonomía de los residentes

Por último reconoce que los efectos devastadores de la pandemia han impactado especialmente a las residencias y que precisamente uno de los aspectos sobre los que más protestan los residentes es que "se han mermado las actividades de los centros residenciales". Aseguran que han descendido" tanto en frecuencia, como en pluralidad" y se quejan de que una vez levantadas las restricciones que imponía la Covid, "muchas de las actividades de terapia ocupacional y de ocio no se han reestablecido". 

Todo esto va en contra del objetivo que defiende Ros, que gira en torno a lo que se conoce como Atención Dirigida a la Persona. "La idea es que el personal de las residencias, sean meros facilitadores, que ayuden a mantener el nivel de autonomía de los residentes. ¿De qué les sirve vivir más años, si no pueden desarrollar una vida con significado?", se pregunta, y finaliza insistiendo en que la receta para el éxito es que los centros realicen cambios que hagan participar a los mayores y les hagan sentir que aportan su granito de arena. "El mayor nivel de riesgo de la enfermedad del aburrimiento aparece cuando tú dejas de elegir, organizar, decidir... y esto tiene que cambiar", defiende la investigadora, quien asegura que ya trabaja con asociaciones e instituciones de la Comunidad de Madrid que se han interesado por su proyecto. 

Sobre el autor:

Marta Jurado

Marta Jurado

Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.

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