Si tienes mascota, la visita al veterinario es un proceso al que deberás enfrentarte en más de una ocasión, pues es la única opción viable para cuidar la salud del animal y prevenir todas las enfermedades a las que está expuesto. Sin embargo, es habitual que estos experimenten un miedo irrefrenable hacia el lugar y la persona que les trata, dificultando sobremanera su cuidado. De hecho, un estudio elaborado por la Universidad de Adelaida, en Australia, ha revelado que alrededor del 41% de los perros sufren este problema.
Los motivos más frecuentes suelen ser las malas experiencias en edades tempranas, una socialización inadecuada o incluso la sobreprotección o falta de atención por parte del dueño hacia el animal. Asimismo, este trabajo indica que los perros de menor tamaño o aquellos que proceden de protectoras o perreras también son más propensos a esta sensación.
Sea cual sea la razón en el caso de tu mascota, es importante que acabes cuanto antes con este problema por el bien de su salud física y mental. ¿Cómo puedes hacerlo?
Una labor complicada, pero no imposible
- La mejor manera de que tu mascota pierda el miedo al veterinario es acudir regularmente con visitas exclusivamente sociales, es decir, sin que tu perro tenga que sufrir ninguna exploración o análisis. De esta forma, también vinculará el lugar a los mimos de los médicos, las chuches que le da la recepcionista o el contacto con otros perros.
- Otro consejo de los expertos es intentar que tu perro gaste toda su energía antes de ir a la consulta, para que así apenas tenga fuerzas para resistirse. Puedes darle un paseo más largo o jugar con él durante un buen rato antes de la cita.
- Si en alguna ocasión tu perro se comporta bien en el veterinario, no olvides premiarle por ello. Así intentará mantener esa actitud en el futuro. Además, tú también debes estar calmado y permanecer a su lado para que se sienta seguro.
- Algo que muchas personas suelen hacer es forzar a su mascota a entrar en el veterinario. Evita los tirones de correa y arrastrarlo por la acera para que se acerque a la puerta. Como acabamos de ver, lo mejor es ir con tiempo y darle un paseo antes. A medida que os vayáis acercando, convéncele con caricias y chucherías.
- Una de las cosas que más miedo les da es la manipulación por parte del veterinario. Para que también se acostumbre a estos gestos, puedes practicarlos en casa, pero siempre con delicadeza y suavidad.
- Y, finalmente, si no consigues que tu perro pierda esa fobia, puedes recurrir a los veterinarios que hacen servicios a domicilio. Así al menos el animal se sentirá más seguro y cómodo en su hogar.