Josep Moya Ollé
Opinión

Amores frágiles

Josep Moya Ollé

Martes 2 de diciembre de 2025

4 minutos

Amores frágiles

Martes 2 de diciembre de 2025

4 minutos

65YMAS publicaba este pasado fin de semana un interesante artículo sobre la escritora argentina Inés Garland a raíz de su última novela, Diario de una mudanza (Alfaguara), una novela en la que la autora habla de la menopausia, el deseo y la sexualidad femenina. En él, Inés Garland afirma lo siguiente: "A las chicas de 15 años o 16 no les hablan nada del encuentro emocional en el sexo. Con lo que nos bombardea la cultura es con un sexo desconectado de la emocionalidad y desconectado de algo mucho más: de la búsqueda de encuentro con un otro, del factor del amor que hay en el sexo. No quiere decir amor en el sentido de 'vamos a casarnos y tener hijos' o amor para siempre, sino del encuentro amoroso que tiene que haber en el encuentro sexual, porque estás con un otro al que tienes que alojar en tu cuerpo de algún modo. Tiene profundidad y lo que se ha hecho es banalizarlo".

La escritora argentina hace diana al poner énfasis en la disociación entre sexo y amor, un fenómeno muy frecuente en la actualidad. En la clínica mental es frecuente que las personas, mujeres y hombres, hablen de sus relaciones íntimas en términos económicos: “esta relación no me sale a cuenta”, “lo que me interesa es el sexo pero no quiero ningún tipo de compromiso”, “ella vive a 50 kilómetros, los desplazamientos me salen demasiado caros”, expresiones que muestran que en nuestras sociedades, el otro es alguien más que es sometido a un cálculo de costo-beneficio.

El psicoanalista Luciano Lutereau, en su libro Contactos frágiles (2024), escribe que cuando ello sucede, cuando el otro es sometido al cálculo económico, el amor, en tanto posibilidad de entrega y de pérdida, es difuminado en una lógica regular que limita el acto a su eficacia y razonabilidad. Las sociedades líquidas, de las que habló el sociólogo Zigmunt Bauman, conforman un amor desmotivado, sin riesgo, que solo quiere su resolución en términos claros. La consecuencia que se desprende es una deserotización que prescinde de cualquier carácter imprevisto.

Ciertamente, eso lo constatamos en la clínica cotidiana. Hace unos días, un joven se quejaba de que, desafortunadamente, "las mujeres no vienen con un libro de instrucciones". Y, en tono irónico, podríamos añadir que tampoco sirven las tutorías de YouTube. Su queja se refería a que pocos días antes su “novia” había mostrado una conducta que él no había entendido. No hace falta aclarar que él no se había formulado ninguna pregunta sobre el grado de su propia responsabilidad en la génesis de la conducta “incomprensible” de su pareja.

Ahondando un poco más en la cuestión, el filósofo coreano Byung-Chul Han, en El aroma del tiempo (2015), escribió que lo propio de la vida contemporánea no es la aceleración y la velocidad, sino la incapacidad humana para afrontar la duración, para narrar el tiempo. Si el amor en nuestro presente es volátil, frágil y fugaz se debe más a que hemos perdido una capacidad esencial de la vida: demorarnos y durar. Exacto, darnos tiempo, al otro (a) y a nosotros mismos.

El amor es para ociosos, dice la conocida frase, que ha recibido diversas interpretaciones, una de ellas es que el amor requiere tiempo, requiere dedicación; pero también requiere entrega y disposición a la pérdida. Sin embargo, en nuestras sociedades los códigos del amor han cambiado de forma que cada vez más precisamos mayores seguridades en los modos de vincularnos. Afrontamos los encuentros con los otros con el mismo espíritu con el que abordamos una póliza de seguros. Recordemos la famosa frase de Groucho Marx: "La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte". La relación con el otro se ha vuelto mucho más instrumental, de consumo y descarte. Se diría que hemos entrado en un período de la historia en el que los encuentros amorosos nos someten a la angustia de la incertidumbre: ¿Qué quiere de mi? ¿Qué puedo esperar de él (ella)? ¿Qué garantías tengo de que el asunto salga bien? ¿Tendré sorpresas? ¿Respetará mis particularidades, mis aficiones?

Sigmund Freud ya nos advirtió en su texto El malestar en la cultura que en ningún otro tipo de relación el ser humano está más expuesto al malestar que en el amor. Ciertamente, estamos expuestos y el devenir de toda relación amorosa siempre es incierto. Hay riesgos y, por supuesto, puede haber sorpresas porque es muy difícil conocer al partenaire.

Vivimos tiempos de inhibición generalizada, tenemos miedo a quedar determinados en una posición, a arrepentirnos de nuestras decisiones. Queremos saber qué va a pasar antes de que pase, es más, en muchos casos ni siquiera pasa. Necesitamos tenerlo todo controlado, calculado, precisamos manuales de instrucciones que nos aporten todas las soluciones. Pero, en las relaciones amorosas, como en las mudanzas, eso es imposible. El diario de una mudanza, de cualquier mudanza, no está escrito de antemano. Podemos inhibirnos o asumir los riesgos.  

Sobre el autor:

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé (Barcelona, 1954) es psiquiatra y psicoanalista. Actualmente es presidente de la Sección de Psiquiatras del Colegio Oficial de Médicos de
Barcelona.

Ha trabajado activamente en el ámbito de la salud pública, siendo presidente del comité organizador del VII Congreso Catalán de Salud Mental de la Infancia y psiquiatra consultor del SEAP (Servei Especialtizat d'Atenció a les Persones), que se ocupa de la prevención, detección e intervención en casos de maltratos a mayores.

Es el fundador del Observatori de Salut Mental i Comunitària de Catalunya.

Su práctica clínica privada la realiza vinculado a CIPAIS – Equip Clínic (Centre d’Intervenció Psicològica, Anàlisi i Integració Social) en el Eixample de Barcelona.

Como docente, imparte formación especializada en ACCEP (Associació Catalana per a la Clínica i l’Ensenyament de la Psicoanàlisi), en el Departament de Benestar Social i Família y en el Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada del Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya.

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