Josep Moya Ollé
Opinión

Encarnita Polo: crimen en una residencia de mayores

Josep Moya Ollé

Martes 18 de noviembre de 2025

4 minutos

Encarnita Polo: crimen en una residencia de mayores

Martes 18 de noviembre de 2025

4 minutos

El pasado viernes, día 15 de noviembre, la actriz y cantante Encarnita Polo, una de las figuras más importantes de la música pop y la copla de los años sesenta y setenta y que triunfó con su conocida canción 'Paco, Paco, Paco', falleció a los 86 años en una residencia de Ávila. Una muerte que la Policía Nacional está investigando, pues falleció en trágicas circunstancias. 

Según diversas fuentes, Encarnita Polo fue asesinada por un compañero de residencia. Sin embargo, las versiones empiezan a divergir, ya que mientras El Periódico de Catalunya se refería a un compañero octogenario, presuntamente afectado por un problema mental, otro medio, La Vanguardia, afirmaba que este compañero tenía 66 años. Puede que la edad no sea un factor relevante de cara a lo que ha ocurrido, pero evidencia que las fuentes no fueron debidamente contrastadas. Además, llama la atención el calificativo de “octogenario” que, cabe decirlo, se repite en más de una ocasión en el texto. ¿Por qué se utiliza el adjetivo en lugar de decir que tiene 80 años? ¿Son acaso los octogenarios un peligro potencial para la sociedad?

Un segundo punto es el que se refiere a las circunstancias del acto criminal. Se ha informado que el agresor entró en el cuarto que ocupaba Polo y se puso sobre ella con el objeto de asfixiarla. Y aquí surgen las preguntas: ¿cómo pudo acceder a la habitación sin que ningún profesional lo advirtiera? ¿Cómo pudo cometer el crimen sin que nadie se apercibiera de lo que estaba ocurriendo hasta que ya fue demasiado tarde? 

El siguiente elemento a considerar es el que se refiere al estado mental del presunto agresor. Algunas fuentes han precisado que, hasta aquel momento, no había mostrado signos de agresividad y que, tras el ataque, ha sido ingresado en un servicio de psiquiatría. Ahora bien, si la primera medida que se ha tomado ha sido la de ingresar al agresor en un servicio de psiquiatría es que ya había indicios de que padecía una enfermedad mental grave. Y ahora se nos plantean más preguntas: si existían esos indicios o, más aún, se tenía conocimiento claro de la existencia de tal enfermedad, ¿cómo no se habían tomado las medidas oportunas para minimizar riesgos?

Estas preguntas no son banales ni tienen el objetivo de cuestionar a nadie, pero sí nos llevan a plantear ciertas cuestiones.

En primer lugar, cabe advertir que la mayor parte de enfermos mentales graves (paranoicos, esquizofrénicos, maníaco-depresivos, entre otros) no suponen, en general, un peligro público. Sin embargo, en determinados casos sí se dan las condiciones para que la persona afectada pueda llegar a cometer un acto criminal. Así, en un caso que peritamos, un joven de 21 años intentó asesinar a su padre asestándole un golpe en la cabeza con un palo. El resultado fue un traumatismo craneal del que la víctima se pudo recuperar. ¿Qué llevó a aquel joven a intentar matar a su propio padre? ¿Acaso existía una relación extremadamente conflictiva? La respuesta fue más compleja: él no quería asesinar a su padre, sino al diablo que se había encarnado en el cuerpo de su progenitor. Este caso, no obstante, resulta bastante excepcional aunque el cine, Hitchcock, por ejemplo, y algunos medios de comunicación nos intenten dar una versión criminal de los enfermos mentales.

En otra ocasión, la pareja de una paciente esquizofrénica atendida en el hospital psiquiátrico mostró, en una entrevista, claros indicios de que iba a cometer un acto violento contra una de las médicas del hospital. La pareja de la paciente tenía un deliro erotomaníaco centrado en la doctora. Ante tales indicios procedimos a advertirlo al juzgado correspondiente, aunque sin obtener ninguna respuesta. Pocos días después, aquel hombre agredió a nuestra compañera a la salida del trabajo.

Desconozco la naturaleza del estado mental del agresor de Encarnita Polo. Los medios de comunicación no han dado detalles sobre qué tipo de proceso psicopatológico padece, ni si estaba clínicamente estabilizado o no. En consecuencia, no se pueden elaborar elucubraciones sobre el caso. Sin embargo, es preciso señalar que en todo proceso mental grave, una psicosis, por ejemplo, siempre hay que tener muy en cuenta los factores y circunstancias que puedan desencadenar un pasaje al acto, una agresión a otra persona o a ella misma. Es obvio que no tenemos una bola de cristal que nos diga cuando y cómo un enfermo mental va a cometer un acto violento, pero sí podemos dilucidar cuáles son los factores de desestabilización que puedan provocarlo. 

Los profesionales de la salud, de servicios sociales y de los medios judiciales, debemos ser muy conscientes de que todo proceso mental grave, es decir, una psicosis, una melancolía o un trastorno bipolar, aunque no suelen presentar prevalencias de criminalidad más elevadas que el resto de población, sí tienen riesgos de llevar a cabo comportamientos violentos o, en menor grado, de provocar sufrimiento a su entorno. Y, en estos casos, los profesionales debemos adoptar las medidas adecuadas para minimizar riesgos. Banalizarlos o ignorarlos supone una negligencia que puede acarrear consecuencias dramáticas.

Sobre el autor:

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé

Josep Moya Ollé (Barcelona, 1954) es psiquiatra y psicoanalista. Actualmente es presidente de la Sección de Psiquiatras del Colegio Oficial de Médicos de
Barcelona.

Ha trabajado activamente en el ámbito de la salud pública, siendo presidente del comité organizador del VII Congreso Catalán de Salud Mental de la Infancia y psiquiatra consultor del SEAP (Servei Especialtizat d'Atenció a les Persones), que se ocupa de la prevención, detección e intervención en casos de maltratos a mayores.

Es el fundador del Observatori de Salut Mental i Comunitària de Catalunya.

Su práctica clínica privada la realiza vinculado a CIPAIS – Equip Clínic (Centre d’Intervenció Psicològica, Anàlisi i Integració Social) en el Eixample de Barcelona.

Como docente, imparte formación especializada en ACCEP (Associació Catalana per a la Clínica i l’Ensenyament de la Psicoanàlisi), en el Departament de Benestar Social i Família y en el Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada del Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya.

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