Como nunca hemos viajado
Blas EstebanMiércoles 3 de diciembre de 2025
ACTUALIZADO : Miércoles 3 de diciembre de 2025 a las 10:45 H
2 minutos
Miércoles 3 de diciembre de 2025
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Hace unos meses vi la película El maestro que prometió el mar, y desde entonces me viene a la memoria el recuerdo de mis padres, que conocieron el mar de Alicante ya mayores gracias a una invitación que les hicieron como regalo de cumpleaños. Para ellos fue un recuerdo imborrable: por primera vez veían el mar en su vida y tenían unas vacaciones. Empezaba el boom del turismo de sol y playa en nuestro país. Pocos trabajadores de aquellos años sesenta habían visto el mar y, aún menos, habían podido permitirse unas vacaciones.
Unos días atrás, en la calle, me encontré con una amiga de mi misma edad, 80 años. Me dijo que en unos días se iría de viaje a Japón con unas amigas. Visitar y viajar a este país se ha puesto de moda este año. En 2024, más de 182.300 españoles viajaron a Japón, una cifra récord que supone un aumento del 57,3% respecto al año anterior. Este año, según las previsiones, superarán los 200.000.
Qué fácil es viajar a cualquier destino hoy en día; por ofertas no será. Las agencias de viajes y los grandes operadores nos inundan durante todo el año con campañas publicitarias que abarcan destinos de todo tipo: costas, ciudades europeas, países asiáticos, africanos, americanos, latinoamericanos e incluso Australia. El Imserso, las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos, las parroquias y las asociaciones compiten entre sí. Todos los mayores, ¡a viajar!, ahora que se puede elegir. Los destinos se presentan como culturales. Viajar es cultura, eso dicen.
A pesar de estas campañas, ¿cuántos mayores no pueden irse de vacaciones? Según los estudiosos del tema, el 32,9% de las personas de 65 años o más no pueden permitirse una semana de vacaciones. Y eso ocurre en un país turístico en el que, según las previsiones, se esperan 100 millones de turistas extranjeros.
Y, sin darnos cuenta, ha pasado casi inadvertido el Informe FOESSA, que señala en un punto de su resumen: “España configura una sociedad del desasosiego donde la bonanza económica aparente coexiste con malestares estructurales profundos en múltiples dimensiones, generando tensión entre vulnerabilidad ecológica, fragmentación social y desorientación cultural, pero manteniendo capacidades de resistencia y voluntad transformadora que rechazan la resignación”.
“Que nos quiten lo bailao”, dice esta amiga viajera.

