Los titulares venden, pero no siempre explican: España, a la cola de la Unión Europea en calidad de jubilación: "Es el peor país para jubilarse"
La reciente afirmación de que España es "el peor país para jubilarse" puede parecer impactante, pero es una distorsión burda de una realidad mucho más compleja. Desde la perspectiva de la sociología del envejecimiento y la economía plateada, este tipo de afirmaciones simplifican un ecosistema que involucra pensiones, cuidados, salud, vivienda, tecnología y sentido de propósito. Y sobre todo, confunden el ranking con la experiencia vivida.
En este artículo desarrollo una tesis clara: España no es un mal país para jubilarse. Tiene problemas, sin duda. Pero también ventajas competitivas, estructuras más solidarias que otros países y un potencial enorme si se activa una verdadera estrategia nacional de longevidad.
1. Pensiones: el dato que desmiente el mito
La tasa de reemplazo (es decir, cuánto del último salario conserva un jubilado a través de su pensión) en España ronda el 80%. Eso nos sitúa en la parte alta de Europa, muy por encima de:
- Reino Unido: 28–42%
- Alemania: 44–58%
- Media UE: 50–60%
Este dato, recogido por la OCDE y sintetizado en el dossier La Generosidad del Sistema de Pensiones Español, es clave para desmontar el mito del "peor país para jubilarse". España protege relativamente bien el nivel de ingresos durante la jubilación.
¿Significa esto que no hay nada que reformar? En absoluto. El reto está en la sostenibilidad futura: envejecimiento demográfico, baja natalidad y productividad tensionan el sistema. Pero decir que España es el peor país para jubilarse es ignorar por completo estos indicadores.
2. Cuidados y comunidad: la otra mitad de la historia
La calidad de vida en la jubilación no se mide solo con dinero. Importan los cuidados, la vivienda, la soledad y los apoyos informales. Un estudio reciente (Fundación Pilares/GfK, 2022–2024) muestra que:
- La mayoría de los cuidados los siguen prestando mujeres, pero hay más corresponsabilidad con hombres y nietos/as.
- Aumenta el número de personas mayores que viven solas y necesitan ayuda.
- El cuidado familiar supone 34,3 horas semanales, con 17 horas adicionales de ayuda externa. Esto afecta el empleo y la salud mental de los cuidadores, en su mayoría mujeres.
A pesar de estas tensiones, España cuenta con un sistema de servicios y prestaciones que sostiene la permanencia en el domicilio: teleasistencia, ayuda a domicilio (SAD) y prestaciones económicas para cuidados en el entorno familiar. En comparación con modelos europeos donde la ayuda depende de seguros o del patrimonio, España ofrece una cobertura básica más universal.
3. Modelos de financiación: el valor del enfoque universalista
En Europa existen tres lógicas principales de financiación de los cuidados de larga duración (CLD):
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Universalista/mixta: acceso garantizado con copagos progresivos (modelo español).
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Aseguradora: financiación mediante seguros obligatorios o cuasi-obligatorios (modelo alemán).
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Liberal o means-tested: acceso condicionado a renta o patrimonio (modelo británico).
España, con todas sus carencias, ha conseguido universalizar la entrada a los apoyos domiciliarios mejor que muchos países que dependen más del mercado. Esto no significa que el sistema sea perfecto, sino que la arquitectura existe. Lo que falta es escalar la inversión y mejorar la calidad.
4. La paradoja española: mucha "silver", poca "economy"
Sabemos que envejecemos, pero actuamos poco. Algunos datos ilustrativos:
- Faltan 85.814 plazas residenciales (vs. 60.000 en Francia).
- Solo el 12% de los centros tiene telemonitoreo (Suecia: 25%).
- El riesgo de pobreza en mayores es del 45% (media UE: 28%).
- El 63% de las empresas no tiene políticas para mayores de 55 años.
La demanda está explotando: cronicidad en más del 54% de la población mayor de 15 años, y una tasa de dependencia que podría superar el 60% en 2033. La respuesta debe ser una economía plateada real: inversión en cuidados, tecnología, empleo y servicios adaptados a mayores.
5. Vivienda: no es solo dónde vivir, sino cómo
No todo se soluciona con plazas en residencias. España necesita diversificar modelos:
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Silver Living: coliving urbano o periurbano adaptado.
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Cohousing sénior: proyectos cooperativos centrados en ayuda mutua.
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Viviendas age-friendly: adaptadas, conectadas y accesibles.
Los proyectos que hemos desarrollado muestran impacto social positivo, rentabilidad sostenible y generación de empleo local. Pero requieren de incentivos públicos y planificación urbana.
6. Tecnología: menos gadgets, más autonomía
El reto no es usar más tecnología, sino usarla mejor:
- Teleasistencia predictiva
- Sensores no intrusivos
- Historiales interoperables
- Asistentes conversacionales empáticos
La adopción sigue siendo baja, pero la evidencia indica que con diseño centrado en la persona, formación y acompañamiento, la brecha digital se reduce. No es tecnología por moda, sino por autonomía.
7. Lo que más y menos subsidia España
Subsidia más:
- Teleasistencia y SAD con acceso más universal que en modelos aseguradores o liberales.
- PECEF (prestación para cuidadores familiares).
Subsidia menos:
- Gasto total en CUIDADOS DE LARGA DURACIÓN: solo el 0,8% del PIB (media UE: 1,5–2,5%).
- Tecnología en centros: baja implantación de age tech.
Traducción: España ha democratizado el acceso domiciliario mejor que otros países, pero invierte poco en el conjunto del sistema. Y eso limita su calidad y capacidad.
8. Empleo sénior: el gran olvidado
No puede haber buena jubilación sin buena etapa final de vida laboral. España expulsa talento prematuramente:
- Falta de políticas de retención o promoción de mayores de 55.
- Prejuicios en selección y formación.
Necesitamos:
- Flexibilidad en la salida del mercado laboral. Incentivación de la prolongación vida laboral para quién quiera y pueda.
- Recualificación y apoyo al emprendimiento sénior.
- Incentivos reales para empresas.
9. Propuesta: una estrategia nacional de longevidad
Para pasar de los diagnósticos a la acción, propongo una Estrategia Nacional de Longevidad con 10 ejes:
- Universalizar teleasistencia avanzada y SAD.
- Acelerar la tecnología útil en domicilios y residencias.
- Escalar modelos de Silver Living y cohousing.
- Cerrar el déficit de plazas residenciales.
- Apoyar a cuidadores/as con formación y compensación.
- Promover empleo +55.
- Diseñar programas de envejecimiento activo.
- Establecer copagos justos y modulados.
- Medir indicadores humanos (soledad, autonomía, satisfacción).
- Innovar en compra pública: pagar por resultados (menos caídas, más autonomía).
10. Conclusión: menos titulares, más estrategia
No. España no es el peor país para jubilarse. Es un país con pensiones relativamente generosas, con una cobertura domiciliaria amplia y con ventajas naturales (clima, dieta, sociabilidad) envidiables. Pero también es un país que invierte poco en cuidados, que no ha escalado tecnología y que discrimina a su talento mayor.
La longevidad no es un problema. Es una oportunidad. Si la abordamos con estrategia, inversión y empatía, España puede pasar de la queja permanente al liderazgo. Menos ranking, más resultados. Menos miedo al envejecimiento, más economía plateada con sentido. Y menos titulares superficiales.
Y un conjunto complejo de cosas, al final, es lo que hace de un país un buen lugar para jubilarse: España lo es, a mi juicio. Y como todo, es mejorable. Y sin flagelos, se mejora mejor.