
Viernes 17 de junio de 2022
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Ayer, una señora a la que aprecio especialmente tenía que hacer una gestión importante y urgente en el banco. Intentó hacerla por teléfono como otras veces, pero nadie respondía en la sucursal. Insistió y ocurrió lo que por la noche sucedió en un famoso concurso de El Hormiguero: el teléfono sonaba y sonaba, pero nadie lo cogía. A la señora le entró una duda: quizá la sucursal estaba cerrada porque era el Día del Corpus, uno de los tres jueves del año que relucen más que el sol. Para asegurarse, se arregló, cogió el coche, aparcó, llegó a la sucursal y estaba abierta. ¿Por qué no cogen el teléfono?, preguntó. “Ya no tenemos teléfono, señora”. Hizo la gracia de decir si se lo habían cortado por falta de pago, pero no era eso. “Es que ahora resolvemos todo por Internet”. Es decir, que el trato personal es a través del ordenador. ¿Esa es la humanización del servicio que prometió la banca? ¿Ese es el acercamiento a las personas mayores que tienen problemas para usar la tecnología? ¿Así les ayudan? ¿Tan mal están los bancos, por los menos algunos bancos, que no solo retiran cajeros y cierran oficinas en el medio rural, sino que cierran las líneas telefónicas? No han entendido nada de la protesta de los mayores. Nada. Ni una palabra. Merecen un castigo mayor.