
Miércoles 8 de junio de 2022
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Si hay servicios públicos que funcionan en este país, uno de ellos es el Imserso. Si, dentro del Imserso, hubo alguna actividad que dio satisfacciones a los contribuyentes seniors, esa actividad han sido los viajes. De esas satisfacciones procede su enorme aceptación y su extraordinaria popularidad. Por eso se entiende mal o no se puede entender que su mantenimiento y su desarrollo encuentren tantas dificultades. Y además, son dificultades identificadas porque son económicas. Consisten sencillamente en la subida de precios: es más cara la luz que se consume en los hoteles, es más cara la gasolina de los transportes, es más cara la alimentación. Pretender mantener los viajes y la calidad de los establecimientos hoteleros con los precios de siempre, sin tener en cuenta que el coste de la vida subió un 8,7 por ciento en términos anuales, es pretender un imposible. Ante ello digo: está muy bien que no se suba el precio de los viajes a los usuarios, pero el precio ofertado a los hoteles tiene que someterse a las leyes de mercado. Un hotel es un negocio privado, no una ONG. Y por favor: si algo va bien y es útil al ciudadano, no dejen que se deteriore. Es lo menos que se puede pedir.