La Enfermedad de Crohn y los distintos tipos de colitis, de origen ulceroso o indeterminado, son las patologías que engloba la Enfermedad Inflamatoria Intestinal. Tienen en común que todas suponen una alteración en la mucosa de la pared intestinal, de forma generalizada o en algún tramo concreto (colon). De estas dolencias, la colitis ulcerosa es la que tiene una mayor prevalencia en personas mayores, especialmente en el tramo de edad que va de los 65 a los 75 años, tal como señala la Fundación Española del Aparato Digestivo (@saludigestivo).
Los síntomas de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal, como diarreas frecuentes, dolor abdominal, fiebre, náuseas o vómitos, se caracterizan por presentarse en brotes de intensidad variable, de leve hasta grave, a los que sigue una fase en la que la enfermedad parece remitir. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (@TuendocrinoSEEN) explica que para que la dieta se convierta en la mejor alidada de la salud digestiva, siempre deberá adaptarse a los síntomas concretos que muestre la enfermedad en cada momento. Se trata, por tanto, de una dieta variable pero que mantiene unos principios básicos entre los que hay que destacar:
Además, hay una serie de recomendaciones nutricionales que deben aplicarse en caso de brote de la enfermedad, por ejemplo:
Superado el brote, en la fase de recuperación la alimentación debe tender progresivamente a una dieta variada y equilibrada, igual que la que sigue el resto de la población. Cereales, frutas, verduras, hortalizas, legumbres no han de faltar. Los pescados blancos y las carnes magras deben seguir predominando, aunque se recomienda tomar pescado azul 2 – 3 veces por semana y se admiten las carnes rojas (con moderación) cada 15 días. También es recomendable el consumo de huevos, 2 – 4 por semana. Por último, es importante evitar la bollería industrial.