El pánico en torno al coronavirus sigue creciendo y las ventas de mascarillas y geles desinfectantes para las manos se disparan. Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Ministerio de Sanidad o la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) están aclarando algunas dudas sobre la utilidad de estos productos. ¿Es necesario usar mascarilla? ¿Qué tipo de mascarilla evitará que me contagie?
Tal y como explica la OMS, usar una mascarilla médica puede ayudar a limitar la propagación de algunas enfermedades respiratorias. Sin embargo, el uso de una mascarilla no garantiza por sí solo que no se contraigan infecciones y debe combinarse con otras medidas de prevención, en particular la higiene respiratoria y de las manos y evitar el contacto cercano –se debe guardar por lo menos 1 metro de distancia– con las demás personas.
La OMS aconseja el uso racional de las mascarillas para evitar el derroche innecesario de recursos valiosos y su posible uso indebido. Esto significa que solo debes utilizar una mascarilla si presenta síntomas respiratorios (tos o estornudos), si sospechas que tiene infección por Covid-19 con síntomas leves o si estás cuidando de alguien de quien se sospeche que está infectado por el virus.
A día de hoy el uso de mascarillas no se incluye entre las recomendaciones sanitarias para protección individual entre la población general.
Las medidas preventivas que sí se recomiendan (y que son válidas para el coronavirus Covid-19 pero también para otras infecciones respiratorias producidas por virus, como el resfriado o la gripe) son:
Tiene sentido que se cubra con una mascarilla quien sospeche que puede usar estar infectado y quiere evitar la diseminación aérea del virus y el contagio a otras personas. En cualquier caso, si crees que puedes estar infectado, te recomendamos contactar directamente con el 112, que dispone de protocolos específicos de actuación en función del mayor o menor riesgo, y evitar mientras tanto el contacto con otras personas. No obstante, si no puedes evitarlo, usar cualquier mascarilla (o cubrirse bien con un pañuelo) es preferible a no hacer nada.
Si una persona sana quiere prevenir el contagio debe extremar las precauciones y seguir las medidas preventivas aconsejadas para la población general (lavado de manos, cubrirse con pañuelo en caso de tos o estornudos, mantenerse a distancia de personas con síntomas)… el recurso a una mascarilla para prevenir contagios no está incluido en los protocolos y a día de hoy ninguna mascarilla puede garantizarlo al 100%.
Actualmente podemos encontrar dos tipos de mascarillas. Por un lado están las quirúrgicas, que filtran el aire que se exhala y que por tanto contienen los agentes, partículas, bacterias o virus se pueden transmitir a través de la respiración hacia otras personas que están a nuestro alrededor.
Luego podemos encontrar las de protección respiratoria, que filtran el aire que inhalamos del exterior. Estas retienen agentes, partículas, bacterias o virus que provienen del entorno en el que nos encontremos y de los que deseamos protegernos. Están homologadas para distintas capacidades de filtrado y se identifican con las siglas FFP, es decir, Filtering FacePiece. Algunas incorporan una válvula de exhalación que reduce la humedad del interior, para así proporcionar más comodidad en general y en especial a la hora de respirar.
Existen distintas capacidades de filtrado:
Sí hace falta recurrir a la mascarilla si hay que entrar en contacto con una persona infectada o sospechosa de estarlo, como sucede con el personal sanitario, por ejemplo. Pero en ese supuesto hay que tener en cuenta, una vez más, que para evitar ser contagiado no vale protegerse con cualquier mascarilla. ¿Qué tipos de mascarillas hay?
Pero ni aun así bastaría para eliminar totalmente el riesgo de contagio: el uso de mascarillas debe acompañarse del uso de guantes y bata impermeables, y de protección ocular antisalpicaduras (las mascarillas no impiden el contacto de las gotitas en suspensión exhaladas por el paciente con los ojos). Esta medida está justificada en un entorno sanitario mientras el virus es transmisible (hasta un máximo de 14 días después del contagio), pero no en población general sana.