Nunca practicar yoga había sido tan divertido. Y es que puedes seguir mejorando tus asanas con un compañero de excepción; tu perro. Una modalidad que ha dado a lo que se llama doga y que está causando furor entre los amantes de esta milenaria disciplina que, además, tengan este animal de compañía. Unos minutos de lo más saludables, tanto para la mascota como para su dueño al tiempo que se fortalece el vínculo emocional entre ambos.
Hay más. Gracias a estos movimientos, nuestro perro reforzará su musculatura (especialmente beneficioso cuando el animal ya tiene una edad); algo ideal de cara a no sufrir lesiones futuras. Además, esta clase especial de yoga le ayudará a relajarse (indicado cuando son muy jóvenes y se muestra inquietos y sin parar en todo el rato), mejorará su circulación y será una forma en la que el dueño pueda explorar a su perro y comprobar que no hay problemas de salud en su pelo o piel.
No hay una edad o raza específica para practicar doga, solo la limitación de no forzar al animal y adaptarse a su ritmo y fisiología. Por ejemplo, en el caso de los cachorros, estas sesiones les ayudarán a que, poco a poco, se acostumbren al contacto de personas.
Con una sesión de 10 minutos será más que suficiente para ir comenzando a practicar este yoga tan peculiar. Minutos que en un primer momento se dedican a dar un masaje a nuestra mascota para que empiece a relajarse. A continuación, empezamos a hacer algunas posturas o asanas. Eso sí, adaptadas al animal para que no se haga daño. Incluso podemos usar algún tipo de peluche o juguete para que sea más sencillo que nuestro perro siga las indicaciones.
Te detallamos algunas:
Después de varias posturas, pasamos a una fase en la que tanto nosotros mismos como nuestro perro haremos unos estiramientos seguidos de un par de minutos de relajación. Es el mejor momento. Nos tumbamos y vamos tocando y haciendo caricias al perro para que termine esta sesión de yoga de la mejor forma posible.