Teresa Rey
Preguntas
La procrastinación o postergar las cosas puede afectar a la estabilidad psicológica
Quienes procrastinan apartan los asuntos importantes y los sustituyen por otros más placenteros
¿Eres de aquellas personas que suelen posponer las cosas y dejarlas para más adelante? Y cuando ha pasado un tiempo te das cuenta de que tienes gran cantidad de asuntos pendientes. Entonces te dedicas a procrastinar. Esta palabra proviene del latín procrastinare, es decir, aplazar o postergar. Quienes procrastinan con frecuencia van dejando de lado los asuntos importantes que atender y los sustituyen por otras acciones menos relevantes o que resultan más placenteras. ¿Esta actitud es buena? Si se convierte en una constante, dicen los expertos que puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental.
Conducta evasiva
Desde un punto de vista psicológico la procrastinación se refiere a la ansiedad que generan las tareas que nos urgen y que debemos concluir o solucionar, a pesar de que desarrollarlas no nos deleite ya que más bien constituyen una obligación. En cierto modo, a todos nos ha pasado en algún momento que por pereza o dejadez no abordemos algo en el momento y lo postergamos para el día siguiente o más adelante. Esto que puede hacerse de forma casual puede transformarse en un verdadero problema, ya que pasado un tiempo nos vamos a encontrar con una cantidad considerable de asuntos pendientes.
Realmente se trata de una conducta evasiva, de miedo, de no afrontar aquello que sabemos que debemos encarar porque nos genera diversas sensaciones desagradables. Así, para compensar esta realidad la sustituimos por una tarea más placentera, pero cuando esta finaliza volvemos a plantearnos que debemos hacer ya eso que no nos gusta tanto.
Actuar de este modo implica también una sobrevaloración de nuestra capacidad de encarar los asuntos pendientes en el último momento. Esto supone a la larga que cuando tengamos que arreglar dichos aspectos sea demasiado tarde y ya no haya alternativa.
Consejos para evitarla
Los expertos nos dan una serie de consejos para evitar que la procrastinación se convierta en un modo de ser que dicte nuestras vidas.
- Analizar qué es lo que no nos resulta tan agradable y pensar qué ganamos en efectuarlas cuanto antes. Muchas veces lo que dejamos para más tarde se puede ejecutar en unos minutos, y de este modo nos ahorraremos el pensamiento constante de “lo tengo que hacer”, que nos perturba una y otra vez.
- Puedes establecer una lista de prioridades, realizar primero las que te resultan más difíciles y dejarte para el final las que más te gustan, e incluso recompensarte por haber concluido todas y cada una de ellas.
- Saber manejar el tiempo es vital para gestionar la procrastinción, de hecho es una actitud que está muy relacionada con esta capacidad. Si autorregulamos el día con todo lo que debemos desarrollar, al concluir el mismo veremos lo eficientes que hemos sido y que no tenemos nada pendiente para el día siguiente, de modo que podremos descansar con tranquilidad.