¿Qué es y cómo se hace un curetaje dental?

Para aquellos que todavía no lo sepan, el curetaje o raspado y alisado radicular es una limpieza profunda de la dentadura cuyo objetivo es eliminar por completo las bacterias y el sarro de las bolsas periodontales, responsables de las enfermedades que afectan a las encías y las estructuras vecinas de los dientes. Más concretamente, esta técnica consiste en desechar la placa bacteriana y el sarro que suelen acumularse alrededor de los dientes y debajo de las encías, dejando la superficie lo más lisa posible y evitando la acumulación de bacterias.

¿Cómo se realiza el curetaje dental?

El raspado y alisado radicular se lleva a cabo con un instrumento metálico conocido como cureta, que varía de tamaño, longitud y angulación dependiendo del área que vaya a tratar. A excepción de este detalle, el resto del proceso es siempre el mismo: primero se aplica anestesia local, después se realiza el raspado dental, eliminando el sarro acumulado debajo de las encías, y finalmente se alisa la raíz del diente.

Normalmente, el curetaje se completa en dos, tres o cuatro sesiones, dependiendo de la profundidad que se requiera. Además, si el profesional al que has acudido te ha realizado también un análisis microbiológico, es posible que te recete un antibiótico para asegurar la erradicación de las baterías que habitan en tu boca y reducir así el riesgo de enfermedad periodontal. Eso sí, puede ser que los primeros días tu dentadura sufra algunos síntomas como consecuencia del raspado como, por ejemplo, inflamación de las encías, sangrado o dolor una vez pasado el efecto de la anestesia.

Por otro lado, cuando haya concluido el tratamiento, se suele programar un mantenimiento del curetaje cada 4-8 meses, dependiendo de cada caso. En estas citas se podrá realizar un curetaje más específico, es decir, en unos dientes concretos que requieran un nuevo cuidado.

Precauciones posteriores

Cuando tu dentadura ya luzca limpia y perfecta, es importante que sigas una serie de pautas para mantener este estado el máximo tiempo posible. Hablamos de evitar los alimentos excesivamente duros, cepillar los dientes con suavidad, usar un dentífrico a base de clorhexidina, no fumar o tomar algún medicamento para aliviar el dolor, siguiendo siempre la dosis indicada por el especialista.