Sociedad

Casi 5 meses aislados en las residencias de mayores: "No entienden por qué no vamos a verles"

Pablo Recio

Lunes 13 de julio de 2020

ACTUALIZADO : Lunes 13 de julio de 2020 a las 9:39 H

7 minutos

Algunas centros han seguido teniendo casos hasta la fecha desde el comienzo de la pandemia

Casi 5 meses aislados en las residencias de mayores: "No entienden por qué no vamos a verles"
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Lunes 13 de julio de 2020

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En la mayoría residencias de mayores lo peor de la primera ola de la pandemia ha pasado ya (en total han fallecido 19.000 residentes por coronavirus desde marzo). Sin embargo, aún no se puede hablar de normalidad en muchas de ellas, puesto que sigue habiendo centros que todavía no consiguen librarse del virus o que han sufrido brotes a raíz de su reapertura.

Por poner el ejemplo de una región, pocos días después de que la Comunidad de Madrid saliese del estado de alarma, y tras sólo dos semanas en las que se permitieron visitas, la Comunidad tenía restringido el acceso a 44 de estos centros por contagios. Incluso algunos de ellos nunca llegaron a poder abrirse del todo a los familiares desde el comienzo de la pandemia o mantenían desde marzo zonas específicas confinadas. 

65Ymás ha podido charlar con tres familiares de una residencia pública de Alcorcón (Comunidad de Madrid) que sigue aislada y en la que más del 50% de los residentes y de los trabajadores, según aseguran estos mismos, se habrían contagiado y donde habrían fallecido 68 usuarios. 

Los familiares cuentan a este diario que tras una reapertura, que duró dos semanas, uno de los pocos mayores que no se había contagiado hasta la fecha se infectó y tuvieron que cerrar de nuevo el centro, confinando a los residentes durante 15 días más. En total, los mayores de esta residencia han estado más de 4 meses aislados. 

De nuevo confinados

Para Mariví, cuya madre -que pasó asintomática la COVID-19- vive en esta residencia, el cierre supuso un duro golpe. Y es que, desde la reapertura del centro, la hija sólo ha podido hacer una visita a su familiar y no fue todo lo satisfactoria que hubiese deseado, por las medidas de seguridad que impiden el contacto directo y que implican una gran distancia que, en algunos casos, imposibilita la comunicación.

El que sí pudo ver más a la madre fue el padre de Mariví, de 80 años, que fue todas las veces que pudo hasta que volvieron a cerrar la residencia. "Él lo lleva peor", asegura. 

"El problema que tienen ahora es el gran deterioro cognitivo y físico. Han estado más de tres meses encerrados en sus habitaciones. Muchos están desorientados y no entienden por qué no vamos a verles. Tienen una tristeza brutal. La situación para ellos es dantesca", asegura. Y no es para menos, puesto que al detectarse nuevos casos, todas las medidas de alivio, como los paseos o la apertura de zonas comunes, se suelen suspender. Por ello, los residentes pasan a estar aislados de nuevo en sus habitaciones, con posibilidad de una videollamada periódica. 

Con todo, aunque Mariví entiende que el cierre era necesario, también opina que las restricciones se habrían podido flexibilizar, sobre todo ahora que se dispone de test y que se logra aislar correctamente a los residentes infectados. "Estamos solicitando que, por favor, les saquen a la calle a ver la luz. Muchos han dejado de caminar. Además, el deterioro cognitivo, si se deja de estimular a alguien, avanza más rápido. ¿Pretenden cerrar del todo la residencia durante 15 días cada vez? Tenemos que buscar otras soluciones, se van a morir de pena", critica. 

Prudencia

Por su parte, Sonia, hija de Pastora -una residente de 86 años-, se muestra más comprensiva con el cierre, aunque también lleva mal el haber tenido que interrumpir las visitas. "Tengo un vínculo muy fuerte con ella. No me reconoce, pero necesito verla. Volver a no verse resulta duro", reconoce.

"Sabemos que tenemos un coordinador sociosanitario y que podíamos haber solicitado que ese positivo se aislase y dejarnos visitar, pero hemos considerado no recurrir a él. Además, la semana que viene ya volvemos a las visitas", reconoce. 

Por esta razón, la familiar prefiere pecar de prudente. Y algo que determina su cautela es su dramática experiencia personal vivida durante la pandemia: su madre, como tantos otros residentes, se infectó de coronavirus y tuvo síntomas graves. "La derivaron sobre el 9 de abril. Antes, me decían que estaba estable. Nos hacían videollamadas. Pero el 9, me comentaron que la ingresaban, porque no sabían qué hacer con ella, tenía 60% de saturación. Me llamaron y me dijeron: 'Despídete'", recuerda apenada. 

Posteriormente, prosigue, tras unos días ingresada, la madre logró recuperarse, "pero a los tres días del alta, tras 15 días ingresada por COVID, tuvo que volver al hospital porque se había deshidratado". Una experiencia, comenta, que le marcó, puesto que su madre estuvo muy grave también en aquella ocasión. "Por eso no he vivido con tanto susto el que hayan vuelto a cerrar la residencia. Dentro de lo malo, mi madre ya lo ha pasado", señala. 

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Piden más comunicación

Algo similar vivió Gema, cuya madre de 76 años se contagió también de COVID-19. "Afortunadamente, lo consiguió pasar, porque lo cogió en mayo y la doctora de la residencia hizo lo posible para que la geriatra diese el visto bueno para el traslado al hospital", explica.

De esta manera, tampoco ve mal que se hayan tomado medidas de aislamiento, aunque es consciente de que el confinamiento es duro para los residentes y que aumenta su deterioro cognitivo.

Igualmente, se muestra crítica con la gestión durante este periodo de aislamiento. "Para informarse del estado de salud tienes que llamarles 25 veces. Aunque no tenemos nada contra las auxiliares, al revés, las ratios son las que son, pero llevamos años reclamando que haya más", comenta. 

Ahora, Gema aguarda con impaciencia a que se vuelva a abrir la residencia para poder reencontrarse con su madre. "Tenemos cita para el próximo lunes, miércoles y viernes", apunta. Y recuerda su primer reencuentro, hace casi un mes, tras pasar tres meses confinados: "Fue emocionante pero frío". "No es igual no poderle dar un beso o un abrazo. Se pasa mal. Hay muchos sentimientos encontrados", concluye.

Sobre el autor:

Pablo Recio

Pablo Recio

Pablo Recio es periodista especializado en salud y dependencia, es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y comenzó su carrera profesional en el diario El Mundo cubriendo información cultural y económica. 

En 65Ymás, ha contado el drama vivido en las residencias durante la pandemia y ha sacado diferentes exclusivas de impacto como 81 menús de residencias de mayores, a examen: "Baja calidad nutricional y abuso de procesados"que fue citado en una comisión de investigación en la Asamblea de Madrid. 

Además, fue cofundador de la radio online Irradiando y cuenta con un máster en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid y otro en Periodismo por el CEU San Pablo/Unidad Editorial. 

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