

Hoy es el día número 19 de la guerra de Putin, y el jefe del gobierno español pide un gran acuerdo para abordar “una guerra larga”. Quiere decirse que, según la información que maneja el señor Sánchez, queda mucha guerra por delante. Queda, por tanto, mucho sufrimiento del pueblo ucraniano, quedan muchos refugiados por acoger y quedan muchos efectos económicos que nos afectarán a todos. Algunos ya están ahí y se manifiestan con toda su crudeza. Hoy, por ejemplo, provocan una huelga del transporte que ya no puede resistir más el precio de los carburantes, igual que le ocurre al sector de la pesca, sobre todo a la flota de cerco. Sigue la paralización, aunque sea temporal, de empresas muy dependientes del precio de la energía eléctrica. Se anuncia una gran manifestación del sector agrícola… Se habla de malestar social por las consecuencias de la guerra, pero es mucho más que eso: es pura necesidad de supervivencia. Suscribo y aplaudo lo que pide el presidente español: un gran acuerdo nacional, unidad y “dejar a un lado la lucha partidista”. Pero ese aplauso encierra también un examen de conciencia de las clases dirigentes: no se puede dejar a un lado la lucha partidista solo en situaciones de emergencia como la actual. Si antes no hubiera habido esa lucha, ahora todo sería más fácil.