
Miércoles 1 de junio de 2022
1 minuto

Hay un sonido que se nos hizo familiar: “en estos momentos todos nuestros agentes están ocupados. Llame más tarde o manténgase a la espera”. Ni una llamada es atendida a la primera, pero nadie vuelve a llamar por si comunica. Así que espera y espera, mientras escucha el poco santo rosario: “nuestros agentes continúan ocupados”. Son de las pequeñas cosas que nos ocurren y amargan todos los días. Hay alguno peor que dice: “si conoce la extensión, márquela. Si no, espere la atención de una operadora”. Como no conoces la extensión ni numérica ni geográfica, te quedas esperando como si no tuvieras otra cosa que hacer. La última vez que me ocurrió acabé llamando a un amigo para que su vez llamase a otro amigo a ver si me daba su extensión que después, por cierto, nunca contestaba. Las pequeñas cosas que ocurren todos los días. Por eso celebro que el gobierno decida actuar y prohíba que las esperas telefónicas en los servicios de atención al cliente duren más de tres minutos. Como todos los ministros están en la gran política, empiezo a celebrar que exista el de Consumo, único que se ocupa de estas menudencias. Pero son menudencias que forman parte de nuestro derecho y del Estado de Bienestar.