Estaba el presidente Sánchez invocando la figura de Míster Marshall y quien apareció fue Mister Murphy, que nos enseñó las tablas de su ley: “todo lo que es susceptible de empeorar, empeora”. Nos quejábamos de los retrasos en la compra de material, y los primeros que llegaron de importación (los test rápidos) hubo que devolverlos por falta de precisión. Entre la empresa, que no tenía licencia y la Administración española, que no tiene experiencia, se cometió el pecado de la imprudencia. Efectos, nuevo retraso. Este es el coronavirus de los retrasos: retrasos en la percepción de la gravedad de la pandemia, retrasos en la adopción de medidas de emergencia, retrasos en la compra de material sanitario y a última hora, retraso en las decisiones de la Unión Europea, que tiene que esperar quince días más a ver si supera la división entre la Europa del Norte y la Europa del Sur. La esperanza no sé si está en el cambio de tendencia que observa el optimista ministro de Sanidad. La esperanza está donde siempre la puso el pueblo: nunca llovió que no escampara.