
Martes 26 de octubre de 2021
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Estábamos todos tan felices porque habíamos pasado la pandemia, nos hemos vuelto a reencontrar con los atascos y, como cantaría Julio Iglesias, la vida sigue igual. Nos hemos puesto a soñar incluso con una recuperación grandiosa que en poco tiempo nos llevaría a unos índices de crecimiento que nos pondrían a la cabeza del mundo mundial. Y de pronto, todo eso se torció. Ayer mismo, el gobernador del Banco de España anunció que hará una revisión a la baja “significativa” del crecimiento, lo que significa que España crecerá menos de lo previsto. Malos tiempos para los profetas que, como Felipe II, pueden decir que no mandaron sus previsiones a luchar contra los elementos y los elementos son la caída del comercio por los problemas de abastecimiento, el encarecimiento de los productos por esa escasez, por la falta de materias primas, por el coste de la energía, el miedo a un invierno con electricidad y gas intratables y, como consecuencia, el retorno de un cierto pesimismo. Espero que nuestro gobierno, tan sabio y luminoso, diga aquello de que todo eso es provisional. Como la inflación, que también es provisional, pero de entrada le costará 3.500 millones de euros al sistema público de pensiones y va a acongojar al pagador…