
Lunes 25 de octubre de 2021
2 minutos

Encontré a mi vecina del cuarto, viuda ella, en el ascensor. Ayer se la notaba más contenta que otras tardes de domingo que nos cruzamos, cuando sale a darle a su perro el gusto de mear en las farolas y en el árbol de la esquina, que debe ser el árbol más meado de Madrid. Ayer, ya digo, estaba más contenta porque había visto en el telediario la última generosidad de Pedro Sánchez: dará una ayuda de cien millones de euros a hogares vulnerables para compensar el imparable precio de la luz. Así que era fácil tener una distendida charla sobre hechos que acontecen en el mundo, singularmente en el mundo de su casa. Me dijo: “mire, don Fernando, la pensión de viudedad es pequeña, pero Pedro es muy generoso y me estoy haciendo unas cuentas que me dan ganas de que haya elecciones para votarle otra vez. Es que mire: si pongo el contrato de alquiler a nombre de mi hija, el gobierno nos paga la mitad; súmele los cien millones de euros de la luz, que somos una familia muy necesitada y algo nos tocará; mi hijo, el de 20 años, empezará a cobrar el ingreso mínimo vital, que hasta ahora no lo cobró porque hicimos mal los papeles; y al pequeño, el de 18, le darán 400 euros… Sume, sume, don Fernando. El buen Pedro no puede, el pobre, colocarnos a todos porque él no crea empleo, pero tiene un corazón que se le sale”. Eso me dijo mi vecina del cuarto, viuda ella.