Salud

La importancia de que las mujeres sigan acudiendo al ginecólogo pasados los 65 años

65ymás

Viernes 5 de junio de 2020

8 minutos

Una revisión, como mínimo cada dos años, puede servir para detectar tumores y otras patologías

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Viernes 5 de junio de 2020

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En España hay más de 5 millones de mujeres mayores de 65 años, aproximadamente, un 10% de la población. Es bien conocido que las mujeres tienen una esperanza de vida considerablemente mayor respecto a los hombres, una tendencia que se ha incrementado en los últimos 40 años y que hace que podamos hablar de una feminización del envejecimiento. A una mujer de 65 años le quedan de media otros 22 años más, hasta los 87, es decir, que el 25% de su vida ocurrirá una vez alcanzada esa edad.

Si bien la mujer supera al hombre en cantidad de vida, no ocurre lo mismo si hablamos de calidad de vida, lo que se conoce como esperanza de vida saludable, un índice construido en base a datos sobre morbilidad crónica y salud autopercibida. Así el 54% de los varones mayores de 65 años considera que tiene una buena calidad de vida relacionada con la salud, frente a tan solo el 43% de las mujeres de esa misma franja de edad. En definitiva, los cuidados de la salud de las mujeres mayores de 65 años son muy necesarios porque representan un porcentaje considerable del total de la población y porque su calidad de salud está comprometida. La ginecología es la medicina de la mujer y, como tal, no puede ser ajena a esta necesidad.

Tal y como explica el Dr. Manuel Albi, jefe del Departamento de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, gestionado por el Grupo Qurónsalud (@quironsalud), "al llegar a los 65-70 años se produce un momento crítico para la salud de las mujeres, ya que a esa edad finalizan los programas públicos para la detección precoz del cáncer de mama o del cérvix uterino y muchas dejan de visitar al ginecólogo". "Sin embargo, dejar de acudir al especialista durante quince o veinte años de esperanza de vida, no parece lo adecuado. Hay patologías graves, como son los tumores, que tratadas a tiempo pueden superarse; y otras menos complejas, como los prolapsos de los órganos pélvicos o la incontinencia urinaria, que por sí mismos son capaces de alterar severamente la calidad de vida", apunta.

Pero, ¿cada cuánto tiempo debería acudir una mujer al ginecólogo a partir de los 65 años? Según este especialista, "no existe una periodicidad consensuada dentro de las sociedades científicas", aunque considera que "una revisión anual o bienal sería adecuado". "Lo que es imprescindible es que tanto la mujer como el médico, tomen conciencia de la necesidad de trabajar en prevención de enfermedad y en mantenimiento y mejora de la salud", sostiene. De la misma opinión es la Dra. Victoria Valdés Devesa, ginecóloga de la Unidad de Menopausia del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid: "A partir de los 65 años es conveniente realizar una revisión ginecológica como mínimo cada dos años, que es el tiempo máximo recomendado para realizar mamografías de cribado. También deberemos consultar en caso de molestias o síntomas concretos como sequedad vaginal, dolor con las relaciones sexuales, picores genitales, sangrados vaginales, etc".

En esas revisiones ginecológicas, se someterá a la mujer madura a una inspección visual de la zona vulvar y vaginal y también a pruebas de rutina. El Dr. Albi distingue dos áreas, la de la prevención y la de los cuidados de la salud. "En lo relativo a la prevención deberemos centrarnos en la valoración de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular y los de pérdida de masa ósea. La toma de la tensión arterial, la analítica general con perfil lipídico y la densitometría ósea serán las pruebas complementarias a realizar En lo relativo a los cuidados de la salud deberemos centrarnos en la inspección y exploración clínica ginecológica, que deberá ser particularmente minuciosa a nivel de genitales externos y vagina, sin menospreciar la exploración del útero, anejos y mamas. La ecografía transvaginal y la mamografía serán las pruebas complementarias a realizar", afirma.

 

Cáncer de ovario

Cáncer ginecológico y edad

La disminución de los niveles de estrógenos en esta etapa provoca que las mujeres sean más proclives al llamado síndrome genitourinario de la menopausia, que se manifiesta con sequedad vaginal, dolor en las relaciones sexuales o incontinencia urinaria. Todos estos problemas, tal y como apunta la Dra. Valdés, tienen tratamiento y, por tanto, en caso de que se presenten, es importante consultar, al margen de los tiempos establecidos para esas revisiones rutinarias. Pero, además, muchos tipos de cáncer aumentan su frecuencia con la edad, lo que también ocurre en la esfera ginecológica. Los más habituales por encima de los 65 años son el cáncer de mama, endometrio, ovario y vulva. Esta es otra razón de peso más para no abandonar a partir de determinada edad las revisiones ginecológicas.

"El envejecimiento es uno de los mayores factores de riesgo para desarrollar cáncer debido a las posibilidades de presentar fallos en los mecanismos de reparación del ADN y a la acumulación en el tiempo de exposición a los distintos factores de riesgo. Se estima que en 2020, 117.000 mujeres serán diagnosticadas de cáncer, de ellas 63.000 tendrán más de 65 años en el momento del diagnóstico", manifiesta el Dr. Albi. La incidencia por edad de los diferentes tipos de cáncer ginecológico es la siguiente:

Cáncer de mama: aparece entre los 35 y los 80 años, aunque la franja de los 45-65 es la de mayor incidencia. La curva de incidencia continúa aumentando a medida que la mujer va haciéndose mayor.

Cáncer de ovario: más frecuente en las mujeres postmenopáusicas, con la máxima incidencia entre los 50 y 75 años (la media está alrededor de los 63 años).

Cáncer del cuello del útero: aparece entre los 25 y los 60 años, su incidencia disminuye considerablemente a partir de ese momento.

Cáncer del cuerpo del útero: la mayoría aparecen más allá de los 55 años, la incidencia máxima se sitúa  en torno a los 63-65 años.

Cáncer de vulva y vagina: la máxima incidencia se da en la séptima década de la vida y es el tipo de cáncer ginecológico más característico de la mujer anciana.

 

Ejercicios fuerza

Pautas para una buena salud ginecológica

En la etapa postmenopáusica, el riesgo cardiovascular aumenta. Dicho de otro modo, existe una mayor tendencia a aumento del colesterol, hipertensión arterial o eventos tromboembólicos, entre otros. Por otra parte, el hueso se debilita y aumenta el riesgo de osteoporosis y, por tanto, que se produzcan fracturas óseas por fragilidad. Para hacer frente a todos estos procesos, los dos expertos de Quirónsalud dejan claro que la práctica de ejercicio físico regular es fundamental, especialmente de ejercicios de fuerza o de resistencia que produzcan impactos en el suelo y que puedan disminuir esa pérdida de masa ósea que se observa con la edad.

"El tipo de ejercicio debe individualizarse en cada caso, pero en general es recomendable caminar al menos entre 30 y 60 minutos diarios y combinarlo con ejercicios de equilibrio, fuerza y resistencia", apunta la Dra. Valdés. "Ejercicios sencillos como caminar a paso ligero, subir y bajar las escaleras, nadar o andar en bicicleta pueden resultar de interés para frenar la pérdida de masa muscular y las consecuencias negativas que lleva consigo. Además, son cada vez más los trabajos que asocian los efectos de un programa de entrenamiento de fuerza, adecuado a la capacidad física individual, no sólo con el aumento de la densidad ósea, sino también con la mejora de la capacidad del control postural, de la velocidad de marcha y del equilibrio", añade, por su parte, el Dr. Albi.

La otra clave la encontramos en la alimentación y, en este punto, la dieta mediterránea es la mejor aliada. Los dos médicos recomiendan una dieta sana, rica en residuos y en calcio (lácteos y derivados), que ayudará a mantener los niveles de colesterol dentro de la normalidad y, junto con el ejercicio, a controlar la tendencia a aumento de peso propia de esta etapa. Por último, una vida sexual activa ayudará a prevenir los problemas asociados a la sequedad vaginal.

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