La mitad de las personas mayores de 65 años padecen algún trastorno del sueño, siendo la dificultad para iniciar y mantenerlo y la somnolencia diurna los más frecuentes. Aunque a veces no le demos la importancia que se merece, y a pesar de que con los años se modifican los patrones del sueño, lo cierto es que el descanso es vital y no tenerlo genera una merma en la calidad de vida del que lo padece, en mayor o menor grado, dependiendo de su intensidad.
La falta de sueño puede tener un impacto a largo plazo en el sistema inmunitario y en muchos otros aspectos de la salud. Así, algunas de las posibles consecuencias de no dormir las horas necesarias son la fatiga durante el día, la falta de concentración, la irritabilidad y, algunos más graves, como problemas cardiovasculares, neurológicos, intelectuales o metabólicos. De hecho, en algunos estudios se ha relacionado con un aumento de la mortalidad en el paciente.
Ante esta situación, tal y como explica la Dra. Nieves Fernández Letamendi, geriatra en el Hospital Quironsalud Zaragoza (@quironsalud), un diagnóstico eficaz, seguido de una evaluación especializada, son las mejores soluciones para acabar con este problema, consiguiendo así un descanso reparador y fortaleciendo la salud desde los puntos de vista físico y mental.
En este sentido, la experta explica que en la evaluación del paciente con algún trastorno del sueño se tiene en cuenta su estado general (con frecuencia son pacientes con comorbilidad y pluripatología), la polimedicación y los cambios farmacocinéticos y farmacodinámicos que acompañan a la edad y que pueden favorecer las posibles interacciones y reacciones adversas a fármacos.
Las causas más fecuentes de alteraciones del sueño en personas mayores, tal y como apunta la Dra. Fernández Letamendi, son los malos hábitos para dormir, la dificultad en la adaptación a situaciones vitales perturbadoras (jubilación, viudedad, hospitalizaciones…) y la presencia de patologías asociadas, tales como insuficiencia cardiaca, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), síndrome de apnea obstructiva del sueño, síndrome de piernas inquietas, demencia, dolor, cáncer, depresión, diabetes, efecto de algunos medicamentos (incluidos los de naturopatía). Incluso, automedicarse puede favorecer estas alteraciones.
Estos problemas del sueño tienden a cronificarse, por lo que si a pesar de la aplicación de medidas de higiene del sueño este trastorno dura más de dos semanas, es muy importante consultar con un profesional. El tratamiento más adecuado se basará, en la mayoría de los casos, en medidas de higiene del sueño, combinado o no, con tratamiento farmacológico, que siempre debe seguirse bajo supervisión médica.
En cuanto a los fármacos, se individualizará el tratamiento en cada paciente, tras realizar una exhaustiva historia clínica. Puede ser eficaz, y de hecho suele serlo, según la experta de Quirónsalud, pero existen limitaciones que hay que valorar y consensuar siempre con el paciente y sus familiares atendiendo al riesgo-beneficio. En lo que respecta a la higiene de sueño, la doctora Fernández Letamendi recomienda tomar las siguientes medidas:
Por último, hay que tener en cuenta que la necesidad de sueño de cada persona es completamente distinta a medida que cumple años, y también atendiendo a otros factores, como puede ser el estilo de vida de cada uno. Un estudio de la National Sleep Foundation (@sleepfoundation), tras analizar los diferentes patrones de sueño durante más de dos años, estableció que a partir de los 65 años sería recomendable dormir un mínimo de 7 horas para rendir adecuadamente al día siguiente.