Miriam Gómez Sanz
Salud
No es la edad: el nuevo factor que está elevando los casos de demencia
Pérdida de visión, soledad y diabetes afectan más a quienes viven bajo el umbral de pobreza
La demencia sigue siendo uno de los grandes retos de la salud en la madurez. Afecta a la memoria, al pensamiento y a tareas tan cotidianas como cocinar o vestirse. Aunque la edad y la genética son inevitables, muchos de los factores que aumentan su riesgo sí pueden cambiarse y ahí es donde la prevención se vuelve poderosa.
Un nuevo trabajo de la Universidad Thomas Jefferson, publicado en Neurology, abre una ventana importante: el nivel de ingresos y la pertenencia a grupos históricamente desfavorecidos influye en la presencia de esos factores evitables. No establece causas directas, pero sí deja claro un patrón que merece atención.
"Nuestros hallazgos ofrecen una nueva perspectiva sobre cómo las personas que viven por debajo del umbral de pobreza y aquellas pertenecientes a grupos históricamente desfavorecidos pueden soportar una mayor carga de muchos factores de riesgo modificables de demencia", Eric L. Stulberg, autor del estudio. Y añade que conocer qué riesgos son más frecuentes permite "enfocar mejor la prevención potencial".
¿Qué se ha investigado exactamente?
Más de 5.000 personas participaron en el estudio, que analizó 13 factores de riesgo modificables, desde la pérdida de visión o audición hasta la inactividad física, la hipertensión no tratada, la obesidad, la depresión o el aislamiento social. También se tuvieron en cuenta variables como la edad, el sexo o la etnia.
Los investigadores dividieron a los participantes en seis grupos según sus ingresos. Quienes estaban en el nivel más bajo vivían por debajo del umbral federal de pobreza. Los de mayor renta superaban en más de cinco veces ese umbral.
El resultado fue claro: a mayor nivel de ingresos, menor prevalencia de casi todos los factores de riesgo, con algunas excepciones como la obesidad o el colesterol alto.
Por cada salto entre categorías de ingresos, equivalente a un 100% más que el umbral de pobreza, las personas tenían un 9% menos de probabilidades de añadir un factor de riesgo adicional en la mediana edad.

Riesgos clave en quienes tienen menos ingresos
Entre las personas con rentas más bajas destacaron dos factores por encima del resto: la pérdida de visión no tratada y el aislamiento social. El estudio señala que hasta un 21% de los casos de demencia podrían mitigarse si se abordara la pérdida de visión y un 20% actuando sobre la soledad.
"Mejorar el acceso a la atención oftalmológica y reducir el aislamiento social entre los adultos mayores podría tener un impacto importante en aquellos que viven por debajo del umbral de pobreza", insiste Stulberg.
Las desigualdades afectan a la salud cerebral
Incluso ajustando por ingresos, algunos riesgos seguían siendo más frecuentes entre poblaciones históricamente subrepresentadas: afroamericanos, mexicoamericanos e hispanoamericanos no mexicanos. Entre estos factores destacan la diabetes, la inactividad física, la obesidad y la pérdida de visión.
Según Stulberg, estos datos ayudan a identificar oportunidades reales de intervención, especialmente en colectivos donde la prevención es más urgente.
El estudio presenta algunas limitaciones —como su naturaleza puntual o la información autodeclarada—, pero aporta algo valioso: existen posibilidades de reducir el riesgo de demencia actuando hoy, incluso en edades avanzadas.
"Es alentador ver que incluso los factores de riesgo de la vejez pueden ser objetivos de intervenciones", afirma Stulberg. Y añade que futuras investigaciones deberán confirmar si estas acciones se traducen en beneficios reales, sobre todo para quienes viven con menos recursos.


