Beryl Carr trabaja en la cafetería del Hospital Ealing, en Londres. Hasta aquí nada fuera de lo común, si no fuera porque esta mujer tiene ya 100 años, y ninguna gana de jubilarse.
Trabaja cuatro horas diarias en la cafetería, y no solo sirve cafés a los trabajadores sanitarios o a los familiares de pacientes ingresados, sino que también aporta un rayo de luz a sus vidas gracias a su simpatía: "Con los tiempos que corren con el covid es una motivación para todos nosotros", cuenta uno de los médicos que acude a la cafetería, según recoge Informativos Telecinco.
Beryl comenzó a trabajar como voluntaria hace 18 años y por su cabeza no pasa la idea de dejarlo: "Regresé a Ealing y estaba sola. No conocía a nadie y mi hija dijo que debería intentar ser voluntaria. Vine para la entrevista, dije que haría lo que necesitaran y he estado aquí desde entonces. Se lo recomendaría a cualquiera", cuenta la mujer, que después de la muerte de su marido volvió a Cambridgeshire, para estar cerca de su hija.
Para Beryl, servir cafés es un "salvavidas", y su sonrisa un motivo para no perder la esperanza de todos los que pasan por la cafetería: "Ayudo a gente que no es tan afortunada como yo", asegura.
Cuando acaba de trabajar, Beryl sigue manteniendo la vitalidad que tanto le caracteriza, y tal vez algún cuente cuál es el secreto para seguir estando así de activa con 100 años, aunque adelanta: "Una de las claves es seguir moviéndote, de lo contrario simplemente te estancas sentado en una silla. Mis extremidades todavía se mueven bien”.