
Miércoles 13 de enero de 2021
2 minutos

Este diario explicó ayer perfectamente cómo se “fabrica” el precio de la luz. Después de leer el informe, creo tener claro que el sistema de fijación de ese precio es pura ley de mercado. Si no hay viento para mover los molinos ni suficiente sol para generar energía solar, la oferta baja. Si los días son más cortos y la gente tiene necesidad de calentar la casa, la demanda aumenta. Con oferta baja, demanda alta, centrales térmicas cerradas, producción hidroeléctrica estancada y el gas por las nubes, el precio se dispara. Técnicamente no hay nada que objetar: o cambia el sistema –y no es fácil porque es el vigente en la mayoría de Europa–, o tenemos que acostumbrarnos a estos sobresaltos periódicos. Políticamente es otra cosa. El gobierno debe mejorar su discurso, porque cuando Teresa Ribera dice que “solo serán unos euros”, no sabe lo que suponen “unos euros” para cientos de miles de familias. Y la gente ve injusto que, cuando peor lo está pasando y cuando necesita consumir más luz porque tiene frío, es cuando la luz mete la mano en su cartera. Yo no tengo argumentos para reclamar una rebaja. Pero sí tengo urgencia por reclamar una limosna: la barata limosna de mayor sensibilidad social.