Cultura

Real Monasterio de Santa María de El Paular: descubre su historia y cómo visitarlo

Teresa Rey

Foto: Bigstock

Sábado 14 de diciembre de 2019

6 minutos

Ubicado en la Sierra de Guadarrama de Madrid, en la actualidad alberga una comunidad benedictina

Real Monasterio de Santa María de El Paular descubre su historia y cómo visitarlo
Teresa Rey

Foto: Bigstock

Sábado 14 de diciembre de 2019

6 minutos

En pleno valle del Lozoya, en el municipio de Rascafría y enclavado en la Sierra de Guadarrama de Madrid, el Real Monasterio de Santa María de El Paulase erigió como un monasterio cartujo en el año 1390. Desde 1876, ostenta el título de Bien de Interés Cultural y en 1954 se transformó en una abadía benedictina.

La primera cartuja de Castilla

En un principio, la construcción que había en la zona era una ermita que se llamaba Santa María del Poblar. El 29 de agosto de 1930, Juan I de Castilla, por disposición testamentaria de su padre Enrique II, donó a la orden cartujana este enclave, haciéndose cargo de la misma el procurador Lope Martínez, monje de Scala Dei y natural de Segovia. Se estableció así el acta de la primera cartuja de Castilla y sexta de las fundaciones cartujanas de España, ubicada en aquel momento en Segovia, que en el año 1834 pasó a pertenecer a la provincia de Madrid.

Fundada, por tanto, por la Casa Real de los Trastámara, esta primera cartuja castellana se convirtió en uno de los monasterios más renombrados de España. La influencia social y económica de los cartujos era muy potente en aquella época y esto se refleja en las obras de arte que encierra el monasterio, como el retablo mayor, tallado en alabastro, o el tabernáculo barroco.

En un principio, el monasterio se desarrolló en torno a la antigua ermita que estaba ubicada junto al panteón de caza y el palacio de los Trastámara, conocida como Capilla de los Reyes. La construcción pasó por varias etapas y arquitectos: D. Rodrigo Alfonso fue el primero, seguido de Gil Fernández, quien comenzó las obras de la actual iglesia en 1406; y el morisco segoviano Abderramán que, desde 1433, se encargaría de las obras dejando influencias mudéjares, tal y como como se aprecia en el púlpito del refectorio.

En la época de Juan II y los Reyes Católicos, el responsable de continuar con la estructura es Juan Guas, y se construyen el claustro principal y la bóveda del atrio, de influencia gótico tardía de transición al plateresco. A finales del siglo XV o principios del XVI, se realiza el retablo mayor de la iglesia. En el siglo XVI, Rodrigo Gil de Hontañón dejó su impronta renacentista en la portada del patio de Ave María. El barroco se impone en la iglesia de la mano de Monseñor Melchor Moscoso, obispo de Segovia, en 1629. Esta se finalizó tras las reparaciones que tuvieron que hacer después de un terremoto que tuvo lugar en 1755, etapa en la que se incorporó la capilla octogonal del Sagrario.

el paular

Esplendor monástico y años posteriores

El Paular fue una de las cartujas más importantes e influyentes del continente europeo. Disponía de distintas fuentes de ingresos proporcionadas por sus ovejas merinas y su molino de Los Batanes, entre otros. Uno de los exponentes de su esplendor fue el legado de Vicente Carducho, que realizó 56 cuadros entre 1626 y 1632 por orden del prior Juan de Baeza. Cuando se produjo la desamortización de 1835, se llevaron todas las obras al Monasterio de la Trinidad, Museo Nacional de Pintura y Escultura, pero al desaparecer este se repartieron entre diversos museos e instituciones de España. En 2011, tras una serie de mejoras de restauración, los 54 lienzos que sobrevivieron se pudieron reinstalar en su lugar original.

La vida religiosa quedó interrumpida con la guerra de independencia a principios del siglo XIX y con la desamortización de 1835. Tiempo después, el Estado vendió el conjunto monástico a Rafael Sánchez Merino, pero con la condición de preservar su patrimonio artístico. No obstante, veinte años después, al no cumplir esta premisa contractual, las autoridades lo compraron de nuevo a la familia que lo adquirió.

La Academia de Bellas Artes consiguió que su petición de que el monasterio se catalogara como monumento histórico-artístico se aprobó en el año 1876. Después, en el siglo XX, el recinto albergó la Institución Libre de Enseñanza, con don Francisco Giner de los Ríos. Más tarde, entre 1918 y 1953, se instaló la beca de paisajes de pintores pensionados en El Paular. Residencia de Paisajistas, que recibió a los primeros alumnos en los meses de junio, julio, agosto y septiembre del año en que se fundó, en 1918. Fue también lugar de veraneo de Enrique de Mesa, Menéndez Pidal, Ibáñez Marín, etc.

Con Francisco Franco, la vida religiosa volvió a instalarse en el monasterio. En esa época, la Cartuja de El Paular estaba deshabitada, por lo que Franco se la ofreció a sus moradores iniciales, los cartujos, que la rechazaron. Entonces, se contactó con una comunidad de benedictinos en La Rioja, “La Abadía de Valvanera”, que sí la aceptó. Estos monjes se instalan en El Paular el 20 de marzo de 1954.

retablo el paular

Visitas guiadas

Actualmente, el monasterio tiene visitas guiadas y las estancias que se pueden ver en la zona monástica son la Iglesia, la Sala Capitular, el Transparente, el Refectorio y el Claustrillo de la Recordación.

Se ofrece también la posibilidad de observar el claustro, pero en este caso no hay guía. Este puede verse antes o después de la visita guiada, en función del horario de apertura al público. Incluye, además, la entrada a las exposiciones temporales.

Dentro del recinto se realizan varios eventos a lo largo del año, como el mercado monacal, la feria del libro de montaña, diversos eventos culturales y conciertos de música. De igual modo, la sala de exposiciones muestra un amplio programa a lo largo de todo el año.

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Teresa Rey

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