No creo que Pablo Iglesias tenga tantas ganas de tocar poder como parece al exigir que Podemos entre en el nuevo gobierno de Sánchez. Tampoco creo que vaya a torpedear la investidura si Sánchez se niega a darle ministerios. Y tampoco creo que con 42 escaños se puedan imponer condiciones a quien tiene 123. Lo que sí creo es que vienen las elecciones de mayo y se ha puesto en marcha una interesante operación de imagen: Podemos trata de enviar el mensaje de que es la izquierda auténtica, la única fiable, y trata de presentar al PSOE como un partido que atiende a los intereses de la patronal, la banca y el resto del poder económico. No estamos, pues, ante un pulso político. Estamos, como casi siempre, ante una gran representación.