
Jueves 11 de noviembre de 2021
2 minutos

Era un secreto muy bien guardado. Era el arma más temida. Era lo que sospechábamos, pero no nos atrevíamos a decirlo. Cuando Escrivá sugirió la posibilidad de alargar el periodo de cómputo para las pensiones, creíamos que era un globo sonda. Cuando Yolanda Díaz y los sindicatos replicaron que ese incremento suponía un descenso real del importe de las pensiones, pensamos, ingenuos, que el proyecto desaparecía. Un gobierno que estaba en referenciar la subida de las pensiones al IPC no podía rebajarlas por otra vía. Y ahora apareció esa vía, que es la vía de la imposición de Europa: o se amplían los años de cómputo, o no hay fondos europeos. Un trágala en toda regla. Una seria limitación al autogobierno español. Una restricción a nuestra independencia, pero la tomas o la dejas. Una rebaja formal de pensiones desde Bruselas. Y “España se compromete”, titula hoy este diario. Con un agravante: vamos a ser vigilados. Se hará un control cada tres meses. Suena como a los tristes hombres de negro de la gran recesión. Quiero equivocarme, nunca quise tanto equivocarme, pero me suena lejanamente, vagamente, a intervención.