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¿Te gusta calentarte con la chimenea en invierno? Cómo evitar los posibles peligros

Verónica Mollejo

Foto: Bigstockphoto

Lunes 2 de diciembre de 2019

7 minutos

Para muchas personas, tener chimenea en casa es todo un lujo, aunque también implica ciertos riesgos

Cómo evitar los posibles peligros de la chimenea
Verónica Mollejo

Foto: Bigstockphoto

Lunes 2 de diciembre de 2019

7 minutos

Actualmente, la mayoría de hogares españoles cuentan con un sistema de calefacción para sobrellevar los meses más fríos del invierno. Sin embargo, cuando este tipo de instalaciones no existían, las chimeneas acaparaban todo el protagonismo, siendo ahora un complemento que aporta elegancia a confort a cualquier vivienda. Y es que no hay nada como encender la lumbre, sentarte frente a ella y leer un buen libro o degustar una taza de chocolate caliente, entre otros planes invernales.

Sin embargo, frente a estas ventajas existen también algunos riesgos que es preciso resaltar. Por ejemplo, la famosa muerte dulce, vinculada a las chimeneas, los braseros o las estufas que acumulan demasiada suciedad y que producen una mala combustión de los residuos. Este fenómeno de terribles consecuencias se basa principalmente en la inhalación de monóxido de carbono, que provoca la paralización del sistema de alerta que nos impide darnos cuenta de lo que está ocurriendo y, posteriormente, la adherencia de dicha sustancia a la hemoglobina que transporta el oxígeno.

Debilidad, dolor de cabeza, cansancio, náuseas o la pérdida de conciencia son algunos de los síntomas que acompañan a este problema, que tarda apenas 30 minutos en causar estragos en el organismo. En este sentido, es importante saber que, a pesar de lo que muchos piensan, la muerte dulce no produce una sensación de ahogo o asfixia, más bien una paralización involuntaria que nos dificulta pedir ayuda.

Para evitar este desenlace, es importante que apagues el fuego a la hora de irte a dormir, es decir, debes mantener un control exhaustivo del mismo. Otra forma de saber si la combustión es la correcta es fijarnos en el color de la llama. Si esta luce amarilla o anaranjada, en lugar de azulada, deberás abrir las ventanas y apagar el fuego. Sobre todo cuando ocurra en una chimenea de gas. De hecho, incluso aunque la chimenea funcione correctamente, algunos expertos aconsejan dejar siempre alguna rendija para que corra el aire y los gases no se acumulen. 

¿Qué otros aspectos debemos tener en cuenta a la hora de usar nuestra chimenea con total seguridad? ¡Toma nota y disfruta de este lujo!

Cómo evitar los posibles peligros de la chimenea

Mantén ordenados los alrededores

Parece algo obvio, pero a veces no somos conscientes de que algunas chispas o brasas pueden alcanzar los objetos que se encuentren alrededor de la chimenea. Por eso, si no cuentas con una mampara o sistema de seguridad que evite este problema, debes dejar una distancia prudencial entre este foco de calor y los muebles que haya a su lado. Los expertos aconsejan delimitar un perímetro de entre 50 y 80 centímetros, tanto a los lados como por delante. Sobre todo, con elementos inflamables como alfombras, plantas o manteles.

La limpieza, un factor ineludible

Si en invierno utilizas la chimenea con demasiada asiduidad, no olvides que debes limpiarla y acondicionarla en profundidad después de cada uso. Además de apagar el fuego con ceniza o un poco de agua, para asegurarte así de que no queda ninguna brasa encendida, debes comprobar que el conducto no tiene restos de resina o creosota, pues esta sustancia puede originar llamas en su interior. Asimismo, cada cierto tiempo debes comprobar que este conducto no está taponado con hollín, otra sustancia inflamable, o que la salida de humos está totalmente operativa.

Si no estás acostumbrado a hacerlo, siempre puedes contratar los servicios de un especialista.

Cómo evitar los posibles peligros de la chimenea

Cómo encender el fuego correctamente

La forma en la que enciendes el fuego también es importante, al igual que el tipo de madera que empleas para calentarte. Por ejemplo, lo primero que debes tener en cuenta es que la madera debe estar completamente seca, ya que esta produce menos resina y disminuye el riesgo de incendio. Por otro lado, las maderas más duras y con mayor poder calorífico también generan menos cantidad de esta sustancia y hacen menos humo. Al mismo tiempo, son más duraderas y calientan de manera más eficaz.

En este grupo incluimos la encina, el eucalipto, el roble o el haya. Y no te olvides de que dichas piezas no deben estar tratadas, es decir, ni pintadas ni barnizadas.

A la hora de encender el fuego, aunque ambas técnicas aceleren el proceso, no es aconsejable utilizar productos que incrementen la combustión y mucho menos gasolina. Solo necesitas piezas grandes de leña, varias astillas o leña más pequeña, cerillas y, si fuera necesario, unas pastillas de encendido. Te llevará más tiempo, pero es más seguro.

Dónde almacenar la leña

¿Sabías que si la madera se almacena en un lugar inadecuado pierde su poder combustible? En este sentido, sus principales enemigos son la humedad y las plagas. En el primer caso, la mejor manera de prevenir este ambiente es almacenar la madera en un lugar con buena ventilación y que no esté apoyada en el suelo o las paredes. De ahí la importancia de que reposen en alguna superficie especial que, además, asegure su agarre, lo que también evita los posibles derrumbes.

No obstante, lo más desagradable es la aparición de una plaga, que incluso se puede extender al hogar. Los expertos aconsejan rociar un insecticida sobre los troncos cada dos semanas. Eso sí, ten mucho cuidado de no intoxicarte durante el proceso y mantén alejados a tus nietos y tu mascota para evitar males mayores.

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Verónica Mollejo

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