Datos del Banco de España que ya recogió este diario: cuatro de cada diez trabajadores se jubilan antes de la edad de retiro. En concreto, en junio de 2020, los españoles se estaban jubilando con una media de 64,6 años. Esa media solo ha subido un año desde 2006. No se puede hablar de éxito de las campañas y esfuerzos por el cumplimiento efectivo de la edad de jubilación. Los ERE colectivos –bastantes autorizados para trabajadores de 53 años–, el tiempo trabajado y cotizado y otras circunstancias se encargan de frenar los empeños oficiales, por mucho que se castigue la jubilación anticipada o se estimule el retraso. La situación es injusta: mientras el común de los mortales va viendo que su retiro se retrasa hasta llegar a la meta de los 67 años, casi la mitad de los trabajadores se retiran antes de los 65. Eso no es igualdad. Que unos se retiren casi jóvenes y otros tengan que esperar no es igualdad. Si, además, eso contribuye al déficit del sistema público de pensiones, no es un buen negocio. A lo mejor una parte, aunque sea pequeña, de las dudas de futuro depende de ese fallo. Y si no se puede evitar, que los gobiernos no presuman tanto de su valentía.